lunes, 27 de agosto de 2018

Leyendo... Ezequiel capítulo 9



LECTURA DIARIA:
Ezequiel capítulo 9

Este capítulo presenta una descripción del castigo venidero.
Después que Ezequiel había visto lo corrupto que se había vuelto Jerusalén, Dios llamó a un hombre para salvar a la pequeña minoría que había sido fiel. Después llamó a seis hombres para masacrar a los malvados de la ciudad. Este castigo había sido ordenado por Dios mismo
.El tintero del escribano era un objeto común en los días de Ezequiel. Incluía un tablero largo y angosto con una ranura que contenía el pincel de carrizo utilizado para escribir sobre pergamino, papiro o arcilla seca. El tablero tenía huecos que contenían capas de tinta negra y roja que debía ser humedecida antes de usarse.
¿Qué es la gloria de Dios? Es la manifestación del carácter de Dios: su poder máximo, trascendencia y perfección moral. Él está totalmente por encima del hombre y de sus limitaciones. Y aun así se revela así mismo a la gente para que pueda adorarlo y seguirlo.
“Querubines” son una orden de seres angelicales poderosos creados para glorificar a Dios. Se asocian con la absoluta santidad y perfección moral de Dios. Los querubines vistos por Ezequiel abandonaron el templo junto con la gloria de Dios. Entonces Ezequiel los reconoció como los seres divinos que había visto en su primera visión
Dios le dijo al hombre, con el tintero de escribano, que tenía que poner una marca en aquellos que fueron fieles a Dios. Su fidelidad fue determinada por su sensibilidad y dolor por el pecado de la nación. Aquellos que tuvieran la marca serían salvos cuando los seis hombres comenzaran a destruir a los malvados. Durante el éxodo los israelitas pusieron una marca de sangre en su puerta para que los salvara del ángel de la muerte.
La matanza debía empezar en el santuario para que todos vean y sepan que el Señor odia el pecado en forma suma en los que están más cerca de Él.
Los líderes espirituales (“varones ancianos”) de Israel promovieron sus creencias idólatras, y el pueblo abandonó a Dios y los siguió.
La visión continúa, el profeta ve a cuatro instrumentos de la justicia divina, a los que llama los que habéis de castigar. Son seis hombres (ángeles en forma humana), cada uno con un instrumento mortífero en su mano. En medio de ellos había uno vestido de lino como los sacerdotes, con los enseres de escriba: un recipiente de bronce con departamentos para la pluma, la tinta y el raspador. Todo colgando de la cintura. Los mensajeros de la justicia vienen del lado del septentrión, porque del norte vendría el invasor caldeo, instrumento de la ira divina. Dios, que estaba asentado en su gloria en el atrio interno, sale al umbral del santuario.
El profeta queda horrorizado al ver cumplirse la orden de Dios. Son tan pocos los justos, que Israel va a quedar despoblada, y por eso intercede ante El. La respuesta es tajante: la violencia y la injusticia han llenado la ciudad, y ha llegado al límite, pues, además, han sido presuntuosos, creyendo que Jehová ya no vigilaba sus acciones. Ezequiel sabe que su visión se cumplirá sin falta.

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