LECTURA
DIARIA:
Lamentaciones
capítulo 4
Este
capítulo contrasta la situación anterior al sitio de Jerusalén con la situación
que lo precedió. Los sonidos y señales de prosperidad se fueron debido al
pecado del pueblo.
Cuando
una ciudad estaba bajo sitio, la muralla de la ciudad, construida para dar
protección, sellaba a la gente que estaba en su interior. No podían salir a los
campos en busca de comida ni agua debido a que el enemigo estaba acampado
alrededor de ella. Cuando los alimentos se terminaron en la ciudad, el pueblo
observó que sus enemigos cosechaban y comían el producto de los campos. El
sitio era una prueba de voluntad para ver quién resistía más. Jerusalén estuvo
sitiada durante dos años. La vida se volvió tan difícil que el pueblo hasta se
comía a sus hijos y los cadáveres los dejaban para que se pudrieran en las
calles. Se perdió toda esperanza.
Los
judíos definían las cualidades de su tierra con los términos oro, buen oro , y
piedras del santuario; y llamaban a sus hijos preciados y estimados más que el
oro puro . Esto hacía más penoso el contraste con su condición actual.
Los
avestruces eran famosos por abandonar sus huevos para que el sol los empollara.
La terrible situación había transformado los sentimientos maternales en este
tipo de indiferencia.
Israel
había gozado de mayores privilegios que Sodoma. Esto significa que le
correspondían mayores obligaciones y que debía asumir una mayor responsabilidad
por su pecado.
Los
profetas y sacerdotes como responsables por ocultar la verdad, eran realmente
los culpables; habían preferido creer a las halagüeñas palabras de los falsos
profetas. Su condición se asemejaba a la de los sacerdotes en tiempo de Jesús.
Estar
contaminado o inmundo significaba no ser digno de entrar al templo ni adorar a
Dios. Los sacerdotes y profetas debían haber sido los más cuidadosos en
mantener la pureza ceremonial para así continuar llevando a cabo sus deberes
ante Dios. Sin embargo, muchos sacerdotes y profetas hicieron el mal y se
contaminaron. Como líderes de la nación, su ejemplo llevó al pueblo al pecado y
provocó la caída final de la nación y de Jerusalén, su ciudad capital.
Judá
pidió ayuda a Egipto para pelear en contra del ejército babilónico. Egipto dio
falsas esperanzas a Judá, comenzaron a ayudar, pero luego se retiraron.
Jeremías advirtió a Judá que no se aliara a Egipto. Dijo a los líderes que
confiaran en Dios, pero se negaron a escucharlo.
Sedequías,
a pesar de ser llamado «el ungido de Jehová», tuvo poca profundidad espiritual
y poco poder de liderazgo. En vez de depositar su fe en Dios y escuchar a
Jeremías, el verdadero profeta de Dios, escuchó a los falsos profetas. Para
empeorar la situación el pueblo decidió seguir y confiar en su rey. Eligieron
el camino de la confianza y complacencia falsas al querer sentirse seguros en
vez de seguir las instrucciones que Dios le daba a su pueblo a través de
Jeremías. Pero al objeto de su confianza, el rey Sedequías, lo capturaron. La
mayoría del pueblo fue conducida a la cautividad.
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