UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA
BASE DEL RESPETO
Nuestra
valorización de la vida, de las personas, de la sociedad, del bien, de la
educación, del respeto, determina la clase de personas que somos. El principio
de valorar a los demás como seres humanos se enseña y se modela en el hogar por
excelencia.
Dice
Deuteronomio 6.1-9, que se debe amar a DIOS con todo el corazón, y ese amar
descrito en la Biblia debe ser contado, leído y repetido a los hijos, nietos y
bisnietos. Han de ser repetidos e insistidos y modelados hasta convertirse en
un valor.
La
repetición de algo produce un aprendizaje más duradero. De igual forma, si en
la casa, si en la escuela, si en la iglesia nos proponemos a enseñar y modelar
todo lo bueno, todo lo justo, todo lo que es digno de buen nombre, lo más
seguro es que terminaremos viendo a una generación que piensa, siente y se
comporta según las virtudes o valores aprendidos de los padres, de los
cristianos, de los compañeros de estudio y de la sociedad.
La
base fundamental del respeto es: El temor a DIOS Proverbios 1.1-7.
El
reto de vivir los valores, está en la calidad de tiempo en que vivimos. Hoy es
más difícil mantener los valores, pero hoy es más urgente cultivarlos.
2
Timoteo 3.12 dice: “En los postreros días vendrán tiempos difíciles porque
habrán hombres desobedientes a los padres”.
Luego
2 Timoteo 4.3-4 describe la calidad de ese tiempo y de las personas que
vendrán, quienes buscarán relativizar la verdad absoluta y menospreciarán los
valores espirituales de la familia.
El
mayor de los retos hoy, es cultivar o rescatar valores preventivos en nuestra
familia para asegurar el destino de nuestros hijos. Un valor de cultivar los
valores, es que éstos contribuyen a la formación de la personalidad de nuestros
hijos, o sea, de la próxima generación que sostendrá y guiará a esta sociedad.
La
familia no puede aguantar la presión del presente siglo, a menos que regrese a
la estructura original y reconozca la necesidad de ser fiel a las directrices
de DIOS para la familia.
La
Biblia debe tener la supremacía en la formación de los valores, y hacer que el
legado familiar y el de la cultura ideológica, se ajusten el criterio bíblico y
que no estén en contra de la identidad natural de las cosas. En otras palabras,
lo que forma nuestros valores, debe estar en un orden de prioridad, en cuanto a
la influencia. La cultura tiene menos influencia que la herencia familiar, pero
ambas están subordinadas a lo que la Biblia enseña, modela y exige. Todo esto
es lo que ayuda a formar un sistema de valorización de las personas, cosas,
lugares y eventos. Una nota positiva es que nunca se es viejo para cultivar y
nunca es tarde para comenzar a practicarlos ya que en todo tiempo y a toda edad
los valores traen satisfacción, remuneración y prevención.
Lo
que forma la base de los valores que identifican a una persona es la Biblia, la
herencia familiar, la cultura del entorno y su propia valorización.
Sin
embargo, lo que más determina su identidad personal es el temor hacia DIOS.
Solo que para sentir temor hacia DIOS, antes necesitas tener el temor de DIOS
en el corazón que solo se logra por medio de creer en Jesús como único Salvador
personal y obedecerlo como el único Señor de su vida.
Es
en la medida que DIOS está siendo formado en nosotros, en la medida que la
Biblia va transformando nuestros corazones es que aprendemos a respetar,
valorar, y estimar a los demás como DIOS los valora, los ama y los estima.
Dios
les bendiga abundantemente.
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