LECTURA
DIARIA:
Ezequiel
capítulo 8
El
mensaje de los capítulos 8 al 11 está dirigido específicamente a Jerusalén y a
sus líderes.
En el capítulo 8 se registra que Ezequiel es llevado en visiones
desde Babilonia al templo de Jerusalén para ver la gran maldad que ahí se
practicaba. Tanto el pueblo como sus líderes religiosos eran totalmente
corruptos. Si bien la primera visión de Ezequiel mostraba que el castigo
provenía de Dios, esta visión demostró que la razón de este castigo era el
pecado de Israel.
La
visión de Ezequiel tuvo lugar poco más de un año después de la primera.
El
profeta se siente transportado por el espíritu del Señor a Jerusalén.
Ezequiel
es transportado a la puerta del atrio interior del templo, que estaba en el
lado del septentrión, es decir, a la izquierda del altar de los holocaustos,
que estaba en el centro del atrio interior. El templo de Jerusalén tenía un
atrio exterior, o explanada amplísima, que rodeaba lo que propiamente era
santuario, al que tenían acceso las mujeres. Después, franqueando una puerta,
se entraba en el atrio interior, en el que estaba el altar de los holocaustos y
al que tenían acceso sólo los varones.
Es
allí donde el profeta asiste en visión a ciertas escenas idolátricas que va a
describir minuciosamente. Allí está el ídolo que provoca el celo, probable
alusión a la estatua de Astarté, la Istar asiría o Venus o la estela de Asera
que había erigido allí el impío rey Manases un siglo antes 6, y que, quitada en
la reforma de Josías, debió de volver a ocupar su antiguo lugar bajo el
ecléctico rey Sedecías, El ídolo es llamado provocador del celo, quizá
aludiendo al celo que tiene Jehová de su culto en el templo de Jerusalén.
Escena
tras escena, Dios revela a Ezequiel el grado en el que el pueblo había abrazado
la idolatría y la maldad.
Todo
ello era una invitación a Jehová para que se alejase de su morada de Jerusalén.
Él no podía compartir el culto con dioses paganos.
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