LECTURA
DIARIA:
Lamentaciones
capítulo 1
Los
profetas a veces describían a Jerusalén como una mujer. Era la «hija de Judá»,
pero ahora se ha convertido en viuda.
Este
es el cántico de dolor de Jeremías por la destrucción de Jerusalén. La nación
de Judá quedó derrotada totalmente, el templo destruido y los cautivos llevados
a Babilonia. Las lágrimas de Jeremías eran por el sufrimiento y la humillación
del pueblo, pero calaron aún más hondo en su corazón. Lloró porque Dios rechazó
al pueblo por rebelde. Cada año se leía este libro en voz alta para que los
judíos recordaran que su gran ciudad cayó debido a su pecaminosidad obstinada.
El
término amantes se refiere a naciones tales como Egipto, a la cual Judá
constantemente pidió ayuda. Cuando los babilonios cercaron Jerusalén, la nación
de Judá se apartó de Dios y en su lugar buscó la ayuda y protección de otras
naciones.
Edom
estuvo entre quienes más se burlaron cuando cayó Jerusalén en manos de sus
enemigos.
Todos
los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza. Ser
desnudado constituía una de las más grandes humillaciones en el mundo antiguo.
Así se castigaba a una prostituta.
Jerusalén
se arriesgó tontamente y perdió, negándose a creer que la vida inmoral traía
consigo el castigo de Dios. La consecuencia final del pecado es el castigo.
Babilonia,
aun cuando pecadora, fue el instrumento que Dios usó para castigar a Judá y a
Jerusalén, su capital. El pueblo de Jerusalén clamó a Dios para que castigara a
la malvada Babilonia de la misma manera en que los castigó a ellos (“haz con
ellos como hiciste conmigo”). Dios lo haría, ya que había dictado sentencia de
juicio sobre Babilonia.
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