LECTURA
DIARIA:
Jeremías
capítulo 47
Este
capítulo habla de la profecía en contra de los Filisteos.
Es
probable que Faraón-necao destruyese a Gaza cuando regresaba de derrotar a
Josías.
A
los caldeos que vienen del norte se comparan a las aguas impetuosas del
Eufrates. La destrucción de Gaza sólo fué el preludio de un desastre mayor para
los filisteos. Nabucodonosor dejó a Nabuzaradán, después de haber tomado a
Jerusalén, para que subyugase a las ciudades adyacentes y el campo.
Tan
desesperada será la calamidad, que los hombres renunciarán a sus afectos
naturales. Siendo vecinos de los fenicios de Tiro y Sidón, harían,
naturalmente, causa común con ellos en caso de invasión. Esas ciudades no
tendrían quien las auxiliase cuando los filisteos fuesen derrotados.
Por
“el remanente” se significa aquí a los que subsistieron después que los
egipcios atacaron a Gaza y Palestina: o más bien los sobrevivientes después de
haber sido atacados por los caldeos, antes de que éstos atacasen a los
filisteos.
A
Palestina se representa como mujer que se ha arrancado el cabello y rajádose la
piel, que era la demostración pagana de duelo,
su valle-la larga faja de tierra ocupada por los filisteos en la costa
mediterránea de Palestina, al oeste de las montañas de Judea.
Jeremías
deja de dirigirse a la espada en la segunda persona, y se vuelve a sus oyentes
y les habla en la tercera persona. Jehová lo ha enviado. Él ha ordenado que
haga estragos.
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