UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
MÁS
QUE VENCEDORES EN CRISTO
¿Sabemos
lo que es la tentación? Un hermano una vez dijo que siempre era tentado a
airarse; otro hermano decía que era tentado a ser obstinado; otro decía que era
tentado continuamente por pensamientos impuros, y otro se quejaba de que era
tentado por su lengua precipitada.
Parece
que existieran mil clases de tentaciones para mil diferentes clases de
personas. Pero en realidad sólo existe una única tentación en el mundo. Creemos
que las tentaciones nos conducen al mal carácter, al orgullo, a la avaricia o
al adulterio.
Pero
para satanás sólo hay una tentación: la tentación de incitarnos a hacer algo.
Satanás no trata de inducirnos a perder la paciencia ni a que seamos
orgullosos, avaros ni adúlteros. Él nos tienta a que nos movamos.
Gálatas
2.20 dice: “Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí”.
Si
él logra movernos de nuestra posición en Cristo, prevalecerá sobre nosotros. Si
él logra iniciar en nosotros algún movimiento, ya hemos fracasado. En el
momento en que nos movamos, él podrá ganar la victoria sobre nuestra oración y
sobre nuestra lectura de la Palabra.
Tan
pronto como nos movamos, de Cristo, seremos derrotados. Podemos luchar contra satanás
y podemos pelear contra él y resistirlo; pero en el momento en que nos movamos,
él habrá obtenido total victoria. Debemos entender que la clave de nuestra
victoria es permanecer firmes, no tomar el control. Una vez que tratemos de
manejar la situación, fracasaremos.
DIOS
desea hacernos a un lado para permitir que Su Hijo venza por nosotros.
Gálatas
5:17 dice: Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí; para que no hagáis lo
que quisiereis. Este versículo no dice que nosotros nos oponemos a
nuestros deseos ni que nuestros deseos se oponen a nosotros, sino que el deseo
de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne.
Nosotros
no tenemos parte en esta batalla. Es así como Dios nos libra. Si nos hacemos a
un lado y dejamos que el Espíritu luche contra nuestros deseos, y los deseos
contra el Espíritu, experimentaremos liberación.
Cuando
somos tentados y decimos: “Señor, sálvame, aquí viene otra vez más la
tentación”. El diablo entrará aún antes de abrir la puerta. Tenemos que dejar
que el Señor se haga cargo por completo del asunto. Cuanto más oremos, sin
entregar nuestras debilidades, más desesperados estaremos; y cuanto más repitamos
nuestra oración, más difícil se nos hará soltar el asunto.
La
victoria no tiene nada que ver con nosotros. Nosotros ya estamos muertos; es
Cristo quien vence por nosotros. La victoria significa que nosotros morimos y
Cristo vive.
Esta
no siempre es la manera en que muchas personas le entregan sus asuntos al
Señor. Por un lado, dicen haber entregado todo a DIOS; pero por otro, están
intranquilos en su corazón; siguen mirando atrás.
Si
dejamos de tomar el control, entonces Él lo hará y asumirá toda la responsabilidad.
Sólo
necesitamos decirle al Señor: “Señor, te entrego todo a Ti, de ahora en
adelante no me importa si he sido malo o bueno”. Una vez que le entreguemos a
DIOS todo de esta manera, DIOS tomará lo que le hayamos entregado. Todo lo que
debemos hacer es entregarle al Señor lo que tenemos porque Él ya ha vencido
toda tentación.
Dios
les bendiga abundantemente.
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