lunes, 11 de diciembre de 2017

Un momento... UN ENCUENTRO IMPORTANTE



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
UN ENCUENTRO IMPORTANTE

La vida es un camino lleno de encuentros. Cada día nos encontramos con personas con las que interactuamos y en cierto modo afectan positiva o negativamente nuestras vidas. El nuestras casas, en la calle, en el tren, en el colectivo, el trabajo, el ascensor o cualquier otro sitio es un punto de encuentro con otras personas. La vida es un camino de contacto humano.
Así lo fue también para Jesús, se encontró en multitud de sitios con tipos de personas muy diferentes, y si algo caracterizaba a Jesús es que sus encuentros no dejaban a nadie diferente, era amado y odiado, aceptado y rechazado.
En uno de estos encuentros Jesús se encontró con una mujer samaritana. Los samaritanos eran considerados inferiores por los judíos, al igual que las mujeres eran consideradas inferiores en la época, con lo que no es extraño, que esta mujer se sintiese sorprendida con el encuentro.
"Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna." (Juan 4. 10 – 14)
"Dame de beber". Ella se sorprendió, no porque le hablara sino porque le pidió un favor.
Seguidamente El le ofreció agua viva. Ella nunca antes había escuchado algo así de un hombre. Era intrigante, y decidió conversar con él.
No existe casualidad aquí, esta mujer, salía a buscar agua cuando nadie más lo hacía y Jesús descubriría en versículos posteriores el porqué, pero ahora, antes de sacar a luz el pecado de la mujer, Jesús quería demostrarle gracia y misericordia. Por medio de la necesidad de agua, de Jesús, esta mujer iba a recibir un agua especial, el agua viva de la salvación.
Cuando los amigos de Jesús volvieron, estaban atónitos de que El hablara con una samaritana. Ella, casi paralizada, se enfrentaba a un cambio radical en su vida.
Había encontrado al verdadero Mesías, y no podía ignorarlo ni olvidarlo. Todos los hombres querían sólo una cosa de ella, pero este Hombre quería darle vida, integridad y sentido de identidad.
Sólo el Mesías podía hacer algo así. Ella corrió a la ciudad a decirles a todos que había hallado a un Hombre de DIOS. Su testimonio de Jesús hizo que mucha gente acudiera a este Hombre, y que muchos creyeran en El.
Su vida todavía era difícil. Su situación social y económica no había cambiado. Pero ahora una relación de amor con DIOS le daba sentido a la vida.
Ahora la raza o el sexo no serían los parámetros de cómo ella trataría a los demás, porque Jesús le había mostrado la gracia de DIOS al tratarla como hija. Las mujeres podrían burlarse. Los hombres incrédulos podrían tratarla con rudeza. Eso no importaba. DIOS la amaba.
Cuanto nos parecemos nosotros a esta mujer, ocultando nuestros pecado para que no sea expuestos, pero nada oculto hay, cuando nos encontramos a Jesús. Este mundo nos ofrece agua que quita la sed momentáneamente, pero Jesús ofrece un agua eterna, que no acaba, el encuentro con Cristo produce no solo que no necesitemos beber agua, sino que nosotros mismos hemos sido convertidos en fuentes para que otros beban.
Que maravilloso es saborear el agua viva del cielo y lo más importante poder saciar la sed de aquellos con los que nos rodeamos diariamente.
Dios les bendiga abundantemente.

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