martes, 5 de diciembre de 2017

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
EL RESULTADO DE UN BUEN TESTIMONIO.
Había una vez un joven a quien gustaban tanto las marionetas que se convirtió en aprendiz de artesano. Pero era muy torpe, y su maestro y compañeros constantemente le decían que no tenía habilidad para ello y nunca llegaría a nada.
Sin embargo, tanto le gustaba que trabajaba día tras día por mejorar.
Y aun así, siempre encontraban fallos en sus muñecos, hasta que terminaron echándole de la escuela. Entonces, decidido a no rendirse, aquel joven dedicó desde aquel día todo su empeño a hacer un muñeco, sólo uno.
Siempre hacía la misma marioneta, y en cuanto detectaba un fallo, la abandonaba y volvía a empezar desde cero. Pasaron los años, y aunque su marioneta era mucho más bella que cualquiera de las que hacían sus antiguos compañeros, no dejaba de intentar que fuera perfecta. Así, el hombre no ganaba dinero y como era muy pobre muchos se reían de él. Cuando aquel pobre artesano llegó a viejo, su marioneta era realmente maravillosa.
Tanto, que finalmente un día, tras mucho trabajo, terminó el muñeco y dijo: "No encuentro ningún defecto, esta vez ya es perfecto", y por primera vez en todos aquellos años, en lugar de abandonar el muñeco, lo colocó en un estante, verdaderamente satisfecho y feliz.
Aquel muñeco perfecto llegó a cobrar vida a través de su historia, su nombre es Pinocho y dio a aquel hombre, llamado Gepetto, más alegrías de las que ningún otro artesano famoso consiguió con ninguna de sus marionetas.
Vale la pena esforzarse en hacer bien las cosas aunque pueda parecer que no obtenemos resultados, y Pablo habiendo experimentado esto, le escribe a Filemón, "por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte hacer lo que conviene, no obstante, por causa del amor que te tengo, te ruego, siendo como soy, Pablo, anciano, y ahora también prisionero de Cristo Jesús, te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones, el cual en otro tiempo te era inútil, pero ahora nos es útil a ti y a mí. Y te lo he vuelto a enviar en persona, es decir, como si fuera mi propio corazón, a quien hubiera querido retener conmigo, para que me sirviera en lugar tuyo en mis prisiones por el evangelio." (Filemón 1. 8 – 13).
La historia de Filemón con Onésimo no había acabado bien, Onésimo era esclavo de Filemón y viendo las palabras que Pablo brinda a Filemón no tenemos por qué pensar que Filemón era un mal amo, más bien todo lo contrario, parece que amaba a DIOS y que su vida se basaba en querer agradarlo en todo y esto implicaba el amor hacia aquellos que le rodeaban. Pero en esta circunstancia se cree que Onésimo se escapa y llega a Roma y acaba encarcelado. Allí es donde se encuentra con Pablo y por las palabras del mismo Pablo, se produce un cambio en Onésimo y se convierte.
Ante esta situación el mensaje de Pablo a Filemón es claro, el hombre que te dejó ha cambiado, tu buen hacer ha tenido fruto y ahora es mi hijo espiritual, tu trabajo no quedó en balde, ante no servía para nada, pero lo que a nosotros de verdad nos importa, el evangelio, este hombre se ha convertido en alguien útil. Vemos aquí la importancia de hacer bien las cosas, en ocasiones podemos perder la ilusión al creer que por muy bien que hagamos a los demás, no obtendremos nada bueno, por eso recibimos el consejo "no os canséis de hacer el bien".
No nos cansemos, prosigamos honrando a DIOS y haciendo el bien, porque en el lugar más inesperado, es posible, que aquello que nosotros plantamos, como hizo Filemón traiga su fruto.
Dios les bendiga abundantemente.

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