sábado, 2 de diciembre de 2017

Un momento... TENER LAS PRIORIDADES EN ORDEN

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
TENER LAS PRIORIDADES EN ORDEN

Tener las prioridades en orden es una característica de la vida auténticamente cristiana. Cuando hablamos de prioridades nos estamos refiriendo a aquello que es más importante en nuestras vidas.
La Biblia nos provee de principios importantes para determinar las prioridades en la vida cristiana.
1 de Tesalonicenses 5.23 nos dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.”
Al hablar de lo que el creyente realmente es, el apóstol Pablo menciona primero el espíritu, luego el alma y al final el cuerpo. El orden no es fortuito. El espíritu es más importante que el alma y el alma es más importante que el cuerpo. La primera prioridad la tiene el espíritu.
Interesante es reconocer que el hombre tiene la tendencia a revertir el orden de las prioridades poniendo en primer lugar el cuerpo, o lo material. Para el mundo incrédulo y desgraciadamente para no pocos creyentes, lo material es más importante que lo espiritual. Por eso es que gastan todo su tiempo y esfuerzo en edificar su imperio, y descuidan absolutamente su estado espiritual.
Las prioridades están invertidas. De modo que, para todo creyente, la primera prioridad debería ser lo espiritual. Con esto estamos diciendo la comunión personal con DIOS a través de su palabra y la oración.
Esto es en esencia lo que hallamos en Mateo 6.33 donde dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
La primera prioridad en la vida de todo creyente debe por tanto ser DIOS. Dentro de esto está la comunión con Él por medio de su Palabra y la oración.
Si DIOS tiene la primera prioridad en su vida, ¿Cuánto tiempo al día gastamos en oír, leer, estudiar, meditar y memorizar su Palabra?
Después de DIOS, la segunda prioridad para un hombre casado o una mujer casada es su familia. Dentro de esto está el procurar el bienestar espiritual y material del cónyuge y los hijos. Nadie por ejemplo, está calificado para ser anciano o pastor, si no tiene su familia en orden. (1 de Timoteo 3.4 – 5)
Si el hombre no pone en orden su propia casa no puede aspirar a ser anciano o pastor en una iglesia local.
En consecuencia, el hogar es más importante que el ministerio en una iglesia local. Poner en orden la casa tiene que ver con que todos los miembros del hogar cumplan con las funciones asignadas por DIOS en su Palabra.
El esposo amando a su esposa y proveyendo para satisfacer las necesidades espirituales y materiales de ella y los hijos.
La esposa sometiéndose amorosamente al esposo, los hijos obedeciendo fielmente a sus padres. Así es una casa en orden.
¿Cuánto tiempo al día estamos dedicando exclusivamente a nuestra familia?
Si entendiéramos que después de DIOS la segunda prioridad es el hogar, no seríamos negligentes con nuestra familia por atender los asuntos propios del ministerio.
No sacrifiquemos a nuestras familias en el altar del ministerio. Dediquemos tiempo a nuestras familias. Muchas veces tendremos que rechazar oportunidades de servicio o invitaciones a ministrar con la Palabra de DIOS, por el solo hecho de pasar tiempo con nuestras familias. No será una pérdida, será una inversión, con réditos maravillosos para el ministerio.
La primera prioridad es DIOS, la segunda prioridad es la familia. Después viene todo lo demás según cada caso en particular. El trabajo, los negocios, el ministerio en la iglesia, la distracción, el descanso y cualquier otra cosa.
Quizá alguien estará pensando. ¿Y qué pasa si yo sigo viviendo con mis prioridades invertidas? Bueno, el Señor Jesucristo trató este asunto en una parábola.
Se trata de un hombre rico cuyos campos habían producido mucho fruto. Al ver tanta opulencia dijo: ¿Qué haré, porque no tengo donde guardar mis frutos? Él mismo se respondió a su pregunta y dijo: esto haré, derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Mientras divagaba en su mente de esta manera, vino la voz de DIOS diciendo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? El hombre rico murió esa misma noche y todo el fruto de su trabajo ¿de quién será? La respuesta es: De cualquier persona menos del hombre rico que gastó su vida en acumular riqueza. El hombre rico tenía sus prioridades invertidas y salió de este mundo sin estar listo para presentarse ante su Creador. (Lucas 12. 20 – 32).
Es peligroso vivir con las prioridades invertidas. Otra de las características de la vida auténticamente cristiana es tener las prioridades en orden.
Dios les bendiga abundantemente.

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