TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Pero
Pablo contestó: ¿Por qué lloran y me ponen triste? Yo estoy dispuesto, no
solamente a ser atado sino también a morir en Jerusalén por causa del Señor
Jesús.
Como no pudimos convencerlo, lo dejamos, diciendo: Que se haga la
voluntad del Señor. Después de esto, nos preparamos y nos fuimos a
Jerusalén. Nos acompañaron algunos creyentes de Cesarea, quienes nos
llevaron a casa de un hombre de Chipre llamado Mnasón, que era creyente desde
hacía mucho tiempo y que iba a darnos alojamiento. Cuando llegamos a Jerusalén,
los hermanos nos recibieron con alegría”.
Hechos 21. 13 – 17.
Pablo
era un hombre decidido. A pesar de numerosas advertencias en relación al
inminente peligro y desastre, estaba comprometido y en consecuencia comenzó a
prepararse para su viaje a Jerusalén. Pero y sus hombres y compañeros de viaje
¿qué pensaban de su decisión? ¿Podría ser que Pablo también estaba poniendo sus
vidas en riesgo? ¿Acaso no tenían ellos el derecho de opinar en esta situación?
Algunos podrían haberle recordado a Pablo algunas experiencias anteriores “Sabes que te has equivocado anteriormente. Recuerda cuando nos reventamos la cabeza tratando de ir a Asia, sólo porque estabas empeñado en ir, pero el Señor tenía un plan diferente.” “Cierto y no olvides el camino a Damasco. Creíste que hacías lo correcto persiguiendo Cristianos, hasta que el Señor se te apareció en persona para contradecirte”.
Pero eso no fue lo que pasó, este pasaje dice: “Después de eso, nos preparamos y fuimos a Jerusalén”. No parece como que hubiese habido mucha discusión o desacuerdo, ¿verdad?
Algunos podrían haberle recordado a Pablo algunas experiencias anteriores “Sabes que te has equivocado anteriormente. Recuerda cuando nos reventamos la cabeza tratando de ir a Asia, sólo porque estabas empeñado en ir, pero el Señor tenía un plan diferente.” “Cierto y no olvides el camino a Damasco. Creíste que hacías lo correcto persiguiendo Cristianos, hasta que el Señor se te apareció en persona para contradecirte”.
Pero eso no fue lo que pasó, este pasaje dice: “Después de eso, nos preparamos y fuimos a Jerusalén”. No parece como que hubiese habido mucha discusión o desacuerdo, ¿verdad?
Es
que los compañeros de Pablo habían visto a Dios hacer tantas cosas asombrosas a
través de Pablo, incluso a pesar de ellos, que estaban absolutamente entregados
a permitir que Dios hiciera Su voluntad, a través de su viaje a Jerusalén, a pesar de todas las advertencias adversas.
Eso,
es la clave de la obediencia, creer y confiar: “¡Que se haga la voluntad del
Señor!” El apóstol Pablo estaba actuando de acuerdo con la voluntad del Señor, y
que ésta se cumpliera.
Dios les bendiga abundantemente.
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