sábado, 18 de mayo de 2019

Tiempo... Romanos 9. 17 - 18



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“…Porque la Escritura dice al faraón: «Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra».
De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece”.  Romanos 9. 17 – 18


La Escritura nos dice veinte veces que el corazón del Faraón fue endurecido: Diez por Dios y diez por el Faraón mismo. Lo que no es del todo tan evidente, es que cuando Dios endureció el corazón del Faraón, el Señor sólo confirmó lo que ya estaba allí, una carencia de compasión y de buena voluntad para someterse a Su divinidad y poder.
No importaba si la Palabra de Dios le estaba siendo predicada a él, o si los numerosos milagros se estaban realizando a su alrededor. El faraón aun decidía endurecer su corazón.
Cuando miramos a nuestro alrededor en la sociedad actual. Parece que nadie quiere oír sobre el Señor. Parece que todo el mundo está decidido a negar a Dios.
Sus corazones están endurecidos. Pareciera que la gente antes estuviera más dispuesta a escuchar, pero ya no.
Sólo ante alguna tragedia es que los ojos, a veces, se vuelven a Dios. ¿Es esto por la desesperación? Quizás. Cuando la angustia, el problema, la confusión, la tensión, o la calamidad aparezcan en la vida.
¿Estará demasiado endurecido un corazón para permitir que Dios alivie el sufrimiento?
Sólo Dios sabe cuándo es demasiado tarde, pero todavía es nuestra responsabilidad la de ofrecer el testimonio del perdón y la misericordia de Dios a otras vidas.
Cuando el Espíritu nos impulsa, debemos hablar, no importa la respuesta que nos den a nosotros. Ninguna vida es no redimible o sin valor, la verdadera respuesta se la darán a Dios.
Dios les bendiga abundantemente.

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