LECTURA
DIARIA:
Hechos
capítulo 27
El
uso del pronombre nosotros indica que Lucas acompañó a Pablo en su viaje.
Julio, un endurecido centurión romano, fue asignado para vigilar a Pablo. Es
obvio que siempre tuvo que mantenerse cerca de Pablo.
Debido a esto, Julio
desarrolló un respeto por él. Le dio ciertas libertades y más tarde le perdonó la vida.
Las
embarcaciones en tiempos pasados no usaban brújulas, se guiaban por las
estrellas. Cuando estaba nublado era casi imposible navegar y muy peligroso
hacerlo. Navegar en septiembre era difícil e imposible en noviembre. Este hecho
ocurrió en octubre. A pesar de que este
no era el mejor tiempo para navegar, el piloto y el patrón de la nave no
querían pasar el invierno en Lasea, así que se arriesgaron. Al principio los
vientos y el clima eran favorables, pero luego se levantó una tormenta fatal.
Las
medidas que tomaron para sobrevivir incluía pasar sogas por debajo de la nave
para mantenerla unida. La Sirte se encontraba en la costa norte de Africa. Los
soldados pagarían con sus vidas si alguno de sus prisioneros se fugaba. Su
reacción instintiva era la de matar a los prisioneros de manera que no huyeran.
Julio, el centurión, estaba impresionado con Pablo y quería salvar su vida.
Julio era el oficial de más alto rango y por lo tanto podía tomar esta
decisión. Este acto preservó a Pablo para su posterior ministerio en Roma y
permitió que la predicción de Pablo, de que todos los que estaban en la nave
serían salvos, se cumpliera.
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