TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Los
hermanos de Roma ya tenían noticias acerca de nosotros; de manera que salieron
a nuestro encuentro hasta el Foro de Apio y el lugar llamado las Tres Tabernas.
Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió animado. Cuando llegamos a
Roma, permitieron que Pablo viviera aparte, vigilado solamente por un soldado”.
Hechos
28. 15 – 16
“Pablo
se quedó dos años completos en la casa que tenía alquilada, donde recibía a
todos los que iban a verlo. Con toda libertad anunciaba el reino de Dios,
y enseñaba acerca del Señor Jesucristo sin que nadie se lo estorbara”.
Hechos
28. 30 – 31
Cuando
Pablo arribó a Italia, no se presentó de inmediato ante el emperador, sino que
primero se encontró con los hermanos de la fe.
Probablemente
Pablo se preguntaba cómo lo iban a recibir los hermanos, luego de haber leído
la carta que les había enviado tres años atrás (Epístola a los Romanos). Pero
no tenía de qué preocuparse, porque los creyentes de Roma lo recibieron bien, y
esto lo animó mucho.
Un
grupo de creyentes llegaron a encontrarse con Pablo antes de que llegara a la
ciudad. Era evidente que Dios iba delante de Pablo preparándole camino,
pues encontraba gracia dondequiera que iba. Aun el centurión que guardaba
a Pablo no se opuso a que éste hiciera estas paradas en el camino; no sería de
extrañar que el centurión llegara a creer en Dios por todo lo que vio en el
camino.
Aun
estando bajo custodia, Pablo encontró favor ante los hombres, y le permitieron
estar bajo arresto domiciliario en lugar de la cárcel común. Aunque no
podía salir ni visitar la sinagoga local, él llamó a los líderes judíos para
hablarles, tal como lo había hecho en todas las ciudades a las que
visitaba.
Por
dos años Pablo, aunque estaba bajo arresto domiciliario, no solo predicó y
enseñó, sino que también escribió, escribiendo los libros de Efesios,
Filipenses, Colosenses y Filemón.
No se sabe a ciencia cierta lo que pasó con Pablo en sus últimos días, pero lo que sí sabemos es que él vivió para el Señor. El dedicó su vida a llevar el Evangelio tanto a judíos como a gentiles, y sus cartas han servido a los creyentes de todos los tiempos y lugares desde entonces hasta la actualidad.
No se sabe a ciencia cierta lo que pasó con Pablo en sus últimos días, pero lo que sí sabemos es que él vivió para el Señor. El dedicó su vida a llevar el Evangelio tanto a judíos como a gentiles, y sus cartas han servido a los creyentes de todos los tiempos y lugares desde entonces hasta la actualidad.
Así
como Pablo imitó a Cristo, nosotros somos invitados a imitarle para traer la
luz de Dios a este mundo.
Dios
les bendiga abundantemente.
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