miércoles, 8 de mayo de 2019

Tiempo... Hechos 28. 15 - 16; 30 - 31



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Los hermanos de Roma ya tenían noticias acerca de nosotros; de manera que salieron a nuestro encuentro hasta el Foro de Apio y el lugar llamado las Tres Tabernas.
Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió animado. Cuando llegamos a Roma, permitieron que Pablo viviera aparte, vigilado solamente por un soldado”.
Hechos 28. 15 – 16
“Pablo se quedó dos años completos en la casa que tenía alquilada, donde recibía a todos los que iban a verlo. Con toda libertad anunciaba el reino de Dios, y enseñaba acerca del Señor Jesucristo sin que nadie se lo estorbara”.
Hechos 28. 30 – 31

Cuando Pablo arribó a Italia, no se presentó de inmediato ante el emperador, sino que primero se encontró con los hermanos de la fe.
Probablemente Pablo se preguntaba cómo lo iban a recibir los hermanos, luego de haber leído la carta que les había enviado tres años atrás (Epístola a los Romanos). Pero no tenía de qué preocuparse, porque los creyentes de Roma lo recibieron bien, y esto lo animó mucho. 
Un grupo de creyentes llegaron a encontrarse con Pablo antes de que llegara a la ciudad.  Era evidente que Dios iba delante de Pablo preparándole camino, pues encontraba gracia dondequiera que iba.  Aun el centurión que guardaba a Pablo no se opuso a que éste hiciera estas paradas en el camino; no sería de extrañar que el centurión llegara a creer en Dios por todo lo que vio en el camino. 
Aun estando bajo custodia, Pablo encontró favor ante los hombres, y le permitieron estar bajo arresto domiciliario en lugar de la cárcel común.  Aunque no podía salir ni visitar la sinagoga local, él llamó a los líderes judíos para hablarles, tal como lo había hecho en todas las ciudades a las que visitaba. 
Por dos años Pablo, aunque estaba bajo arresto domiciliario, no solo predicó y enseñó, sino que también escribió, escribiendo los libros de Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón.
No se sabe a ciencia cierta lo que pasó con Pablo en sus últimos días, pero lo que sí sabemos es que él vivió para el Señor.  El dedicó su vida a llevar el Evangelio tanto a judíos como a gentiles, y sus cartas han servido a los creyentes de todos los tiempos y lugares desde entonces hasta la actualidad.  
Así como Pablo imitó a Cristo, nosotros somos invitados a imitarle para traer la luz de Dios a este mundo.
Dios les bendiga abundantemente.

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