TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“¿Qué
pues? ¿Tenemos nosotros, los judíos, alguna ventaja sobre los demás? ¡Claro que
no! Porque ya hemos demostrado que todos, tanto los judíos como los que no lo
son, están bajo el poder del pecado, pues las Escrituras dicen:
¡No
hay ni uno solo que sea justo! No hay quien tenga entendimiento;
no hay quien busque a Dios. Todos se han ido por mal camino; todos por igual se han pervertido. ¡No hay quien haga lo bueno! ¡No hay ni siquiera uno!
Su garganta es un sepulcro abierto, su lengua es mentirosa, sus labios esconden veneno de víbora y su boca está llena de maldición y amargura.
Sus pies corren ágiles a derramar sangre; destrucción y miseria hay en sus caminos, y no conocen el camino de la paz. Jamás tienen presente que hay que temer a Dios.» Romanos 3. 9 – 18
no hay quien busque a Dios. Todos se han ido por mal camino; todos por igual se han pervertido. ¡No hay quien haga lo bueno! ¡No hay ni siquiera uno!
Su garganta es un sepulcro abierto, su lengua es mentirosa, sus labios esconden veneno de víbora y su boca está llena de maldición y amargura.
Sus pies corren ágiles a derramar sangre; destrucción y miseria hay en sus caminos, y no conocen el camino de la paz. Jamás tienen presente que hay que temer a Dios.» Romanos 3. 9 – 18
Esto versículos
tomados de los salmos revelan la realidad espiritual de un mundo apartado de
Dios, en donde no hay nadie, ni aun uno solo que pueda ser llamado justo
delante de Dios, ante su concepto de justicia y no el nuestro, no hay nadie que
pueda entender ni comprender su situación o condición verdadera si Dios no nos
lo revela, pues hasta que su justicia en Cristo se revela a nosotros es
imposible entender, comprender, y buscarle.
Con
la caída del hombre ante el pecado, toda la humanidad se desvió del propósito
para el cual había sido creada, con cada generación la perversión y la maldad
ha ido corrompiendo toda estructura de bondad.
La
boca del hombre que debía despedir miel de sus labios, aroma dulce, se llenó de
mentira, engaño y maledicencia, y solo encuban veneno para su propia
destrucción.
Nuestros
pensamientos, y nuestras palabras lejos de Dios nunca nos conducen a algo
bueno, nuestras acciones no pueden ser encaminadas de otra manera, sino que
están listas para herir, lastimar, deshonrar y hasta para matar.
Contaminados
nuestros pensamientos, palabras y forma de actuar, solo sigue un camino de
quebranto y desventura para aquellos que apartados de la verdad continúan su
existencia.
Cuidado,
cada pensamiento, palabra y acción conducida por la naturaleza de pecado del
hombre, solo lo lleva a apartarse con mayor fuerza e intensidad del camino de
paz, que es Jesús.
Es
tiempo de volverte a Dios, Dios quiere limpiarte de esa naturaleza pecaminosa,
y darte la vida abundante que Cristo te prometió. Hoy puede ser ese día.
Entrega tu vida a Dios.
Dios
les bendiga abundantemente.
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