TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Pero
como Festo quería quedar bien con los judíos, le preguntó a Pablo: ¿Quieres ir
a Jerusalén, para que yo juzgue allá tu caso?
Pablo contestó:
Estoy
ante el tribunal del emperador romano, que es donde debo ser juzgado. Como bien
sabe usted, no he hecho nada malo contra los judíos. Si he cometido algún
delito que merezca la pena de muerte, no me niego a morir; pero si no hay nada
de cierto en las cosas de que me acusan, nadie tiene el derecho de entregarme a
ellos. Pido que el emperador mismo me juzgue.
Festo
entonces consultó con sus consejeros, y luego dijo: Ya que has pedido que te
juzgue el emperador, al emperador irás”.
Hechos 25. 9 - 12
Era
el derecho de cada ciudadano romano apelar al César si él pensaba que había
tenido un trato judicial injusto.
Cuando
Pablo hizo su apelación, y después de una consulta, Festo declaró: “Tú has
apelado al César. ¡Al César irás.
Pablo finalmente tuvo suficiente después de dos años de esperar pacientemente, y siguiendo la oportunidad de liderazgo político nada había cambiado.
Pablo finalmente tuvo suficiente después de dos años de esperar pacientemente, y siguiendo la oportunidad de liderazgo político nada había cambiado.
Los
judíos todavía estaban aplicando presión, todavía lo querían en prisión o
muerto y estaban consiguiendo lo que querían.
Las
alas de Pablo habían sido cortadas y su encarcelamiento estaba severamente
restringiendo su habilidad para servir al Señor plenamente. El Señor es todo
poderoso y puede hasta usarnos en prisión, pero él también puede usar nuestra
frustración para liberarnos. Y en el caso de Pablo, llevarlo al lugar donde Él
lo iba a usar en gran manera, Roma.
Muchas veces buscamos al Señor para un milagro cuando estamos unidos a él. Como cuando Pablo y Silas estaban en prisión, “De repente se produjo un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel fueron sacudidos; al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron.” (Hechos 16. 26). A esto siguieron horas de “oraciones de cantos e himnos a Dios” mientras todavía encadenados.
Muchas veces buscamos al Señor para un milagro cuando estamos unidos a él. Como cuando Pablo y Silas estaban en prisión, “De repente se produjo un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel fueron sacudidos; al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron.” (Hechos 16. 26). A esto siguieron horas de “oraciones de cantos e himnos a Dios” mientras todavía encadenados.
Pero
en este caso, aparentemente, todo seguía igual la apelación de Pablo parecía no
haber mejorado su condición de preso. El viaje que iba a emprender iba a ser
muy difícil, incluso estaba a punto de perder la vida y la de todos los
tripulantes del barco en donde viajaba.
Dios
puede y usará diferentes medios para liberarnos de nuestros problemas y situaciones
difíciles en la vida. A veces será un absoluto milagro, pero otras veces será
tan simple como enfrentar nuestra propia dificultad para obtener el mejor
resultado para nuestra vida.
Dios
los bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario