miércoles, 1 de mayo de 2019

Leyendo... Hechos capítulo 21



LECTURA DIARIA:
Hechos capítulo 21

Este pasaje contiene varias advertencias dadas por el Espíritu en el sentido de que Pablo tendría problemas durante su visita a Jerusalén. Pero el apóstol insistió en su propósito, y más tarde cayó prisionero y se le envió a Roma bajo custodia.
 
Las mujeres participaban activamente en la obra de Dios y el don de profecía también les fue dado a ellas, como en este caso de las hijas de Felipe.
Pablo sabía que lo encarcelarían en Jerusalén. Sus amigos le rogaron que no fuera, pero él sabía que tenía que hacerlo porque Dios así lo quería.
Jacobo, hermano de Jesús, fue el líder de la iglesia en Jerusalén. Le llamaron un apóstol aunque no fue uno de los doce que siguieron a Jesús.
El concilio de Jerusalén (Hechos 15) determinó el asunto de la circuncisión de los creyentes gentiles. Es evidente que hubo un rumor de que Pablo fue más allá de su decisión, incluso hasta prohibir a los judíos que circuncidaran a los niños. Pablo se sometió voluntariamente a la costumbre judía, para demostrar que no obraba en contra de la decisión del concilio y que seguía siendo judío en su forma de vida.
La nave partió de Mileto en dirección a Cos, Rodas y Pátara. Pablo y sus acompañantes abordaron una nave de carga con destino a Fenicia. Pasaron Chipre y desembarcaron en Tiro, luego en Tolemaida y por último en Cesarea, donde Pablo desembarcó y marchó por tierra a Jerusalén.
Pablo se sometió a esta costumbre judía de los votos para mantener la paz en la iglesia de Jerusalén. A pesar de que era un hombre de convicciones firmes, estaba dispuesto a ceder en puntos no esenciales, se adaptaba a otros a fin de ganarlos para Cristo.
Hay dos formas de considerar las leyes judías. Pablo rechazó una y aceptó la otra. (1) Rechazó la idea de que la Ley del Antiguo Testamento salva a quienes la guardan. Nuestra salvación se nos da gratuitamente por un acto de gracia de Dios y lo recibimos por fe. La Ley no tiene valor para la salvación excepto que nos muestra nuestros pecados. (2) Pablo acepta el punto de vista de que las leyes del Antiguo Testamento nos preparan y nos instruyen acerca de la venida de Jesucristo. Cristo cumplió la Ley y nos libró de la carga de culpa, sin embargo, ella nos enseña muchos principios valiosos y nos da pautas para vivir. Pablo no puso en tela de juicio el valor de la Ley, solo estableció que en ella no se alcanza salvación. Guardaba simplemente la Ley como una costumbre para evitar ofender a los que deseaba alcanzar con el evangelio.
Unos hombres, aunque sabían del trabajo eficaz de Pablo en Asia, usaron una estrategia para desacreditar a Pablo, de manera que su labor perdiera fuerza. Dado que Jerusalén estaba bajo el control de Roma, las autoridades romanas investigarían cualquier tumulto en la ciudad. Esta vez el tribuno de la compañía era Claudio Lisias. Fue el principal oficial romano en Jerusalén. 21.37, 38 Hablando en griego, Pablo mostró que era un hombre culto y no un rebelde cualquiera que iniciaba alborotos en las calles. Su forma de hablar llamó la atención del tribuno y este le dio protección y la oportunidad de presentar su defensa.
El historiador Josefo menciona un egipcio que condujo una revuelta de cuatro mil personas en Jerusalén, en 54 d.C., y luego desapareció. El tribuno pensó que Pablo era este rebelde.
En su defensa tal vez Pablo habló en arameo, el lenguaje de los palestinos judíos. Lo hizo no solo para comunicarse en la lengua de sus oyentes, sino también para demostrar que era un judío devoto, que respetaba las leyes y costumbres judías. Habló en griego a los oficiales romanos y en arameo a los judíos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario