miércoles, 22 de mayo de 2019

Leyendo... Romanos capítulo 13



LECTURA DIARIA:
Romanos capítulo 13

No debemos permitir que los gobernantes nos obliguen a desobedecer a Dios. Jesús y sus apóstoles nunca desobedecieron a las autoridades por razones personales; cuando lo hicieron fue por ser leales a Dios.
Su desobediencia les costó caro: los amenazaron, los golpearon, los pusieron en prisión, los torturaron y los ejecutaron por sus convicciones.
Los cristianos estamos de acuerdo en que debemos vivir en paz con el estado, siempre y cuando este nos permita obrar de acuerdo a nuestras convicciones religiosas. Algunos cristianos creen que el estado es demasiado corrupto y que por lo tanto deben relacionarse con él lo menos posible. Aunque deben ser buenos ciudadanos mientras puedan sin comprometer sus creencias, los cristianos no deben trabajar para el gobierno, ni votar en las elecciones, ni servir en el ejército.
Otros creen que Dios ha dado al estado autoridad en ciertos asuntos y a la iglesia en otros. Los cristianos pueden ser leales a ambos y pueden trabajar para cualquiera de los dos. Sin embargo, no deben confundirlos a los dos. La iglesia y el estado tienen intereses en esferas totalmente diferentes, la espiritual y la física, que se complementan pero no actúan juntas.
Otros creyentes piensan que los cristianos tienen la responsabilidad de lograr que el estado mejore. Lo pueden hacer desde el campo político, eligiendo cristianos u otros líderes con altos principios. También lo pueden hacer en lo moral, sirviendo de influencia positiva en la sociedad.
Ninguno de estos puntos de vista defiende la rebelión ni rechaza la obediencia a las leyes o regulaciones establecidas por las autoridades, a menos que estas demanden con claridad que se violen normas morales reveladas por Dios.
Debemos actuar como ciudadanos y cristianos responsables.
Cuando las autoridades civiles son injustas, las personas honestas temen. Estamos permanentemente en deuda con Cristo por su amor sin límites derramado a nuestro favor. La única forma en que podemos empezar a pagar la deuda es amando a otros. Ya que el amor de Cristo siempre será infinitamente superior al nuestro, tenemos la obligación de amar a nuestro prójimo.
A veces tenemos la idea de que amarse uno mismo es malo. Pero si este fuera el caso, sería vano amar al prójimo como a nosotros mismos.
Amar a otros como a nosotros mismos significa participar activamente en que las necesidades de otros se suplan.
Los cristianos deben someterse a la ley del amor, que reemplaza a las leyes religiosas y civiles. Cuando el amor lo demande, debemos estar dispuestos a ir aún más allá de los requisitos legales e imitar al Dios de amor.
Pablo se refiere a la noche como al tiempo presente de maldad. El día alude al regreso de Cristo.
Pablo incluye contiendas y envidias en la lista en que están los pecados de glotonería, borrachera y lascivia. Pablo considera que las actitudes son tan importantes como las acciones. Así como el odio lleva al asesinato, el celo conduce a la contienda y la lascivia al adulterio.
Cuando Cristo vuelva, quiere hallar a su pueblo limpio por dentro y por fuera.
Nos vestimos del Señor Jesucristo cuando nos identificamos con El mediante el bautismo (Gálatas 3.27). Esto demuestra nuestra solidaridad con otros cristianos y con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. Y cuando demostramos las cualidades que Jesús reveló mientras estuvo en la tierra: amor, humildad, verdad, servicio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario