TIEMPO
DE REFLEXIÓN
"Y
al que puede fortaleceros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo,
según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos
eternos, pero se ha manifestado ahora, y que por las Escrituras de los
profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas
las naciones para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria
mediante Jesucristo para siempre.
Amén".
Romanos 16. 25 – 27
El
evangelio que Pablo llama "mi evangelio" es el único poder para
convertir a un pecador en un creyente.
El
"misterio" al cual se refiere aquí, no revelado específicamente en el
Antiguo Testamento, se refiere a la época actual, en la que Dios está tomando
tanto de los judíos como de los que no lo son, a un pueblo para Su nombre, y
formándolos en un cuerpo, que es la iglesia.
La
fe es la obediencia que Dios requiere en el día de hoy. La obediencia es la
obra y el fruto de la fe. Esto es lo que Santiago quiso decir, cuando escribió
en su epístola, capítulo 2, versículo 17: "Así también la fe, si no tiene
obras, está completamente muerta".
Y
las palabras "al único y sabio Dios" revelan que Dios determina la
norma de la sabiduría. La cruz es la sabiduría de Dios, aunque para los seres
humanos sea un disparate. Como el mismo apóstol dijo en su primera carta a los
Corintios, capítulo 1, versículos 21 al 25: "Puesto que el mundo, mediante
su sabiduría, no reconoció a Dios a través de las obras que manifiestan su
sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la
predicación. Los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente
tropezadero, y para los no judíos locura; en cambio para los llamados, tanto
judíos como griegos, Cristo es poder y sabiduría de Dios. Porque lo insensato
de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los
hombres".
Estos
tres últimos versículos de este capítulo 16, último capítulo de la epístola a
los Romanos, nos hablan de la obediencia de fe.
Si
confiamos en Cristo, le obedeceremos. El mismo Señor Jesucristo lo dijo en el
evangelio según San Juan, capítulo 10, versículo 27: "Mis ovejas oyen mi
voz, y yo las conozco, y me siguen".
La
obediencia es la obra y el fruto de la fe.
Dios
no quiere solo bendecirnos ¡Quiere establecernos! ¡Quiere hacer nos fuertes!
Quiere hacernos crecer discípulos sólidos y verdaderos.
Dios
les bendiga abundantemente.
Muchas gracias por compartir tu reflexión.
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