TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Que
el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que
abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”. Romanos 15.13
Cuando
la Biblia habla de “esperanza,” no está hablando de pensamiento positivo; está
hablando acerca de confiar en Dios.
Mucha
gente dice “tengo esperanza” cuando quieren decir “yo deseo”.
La
esperanza bíblica es una certeza, no una probabilidad. Debido a que en
Dios solamente reposa mi alma, porque de él viene mi esperanza. (Salmo 62.5).
La
esperanza es real, porque se funda en la fe en el contenido de la Palabra de
Dios.
La
esperanza bíblica es posible cuando existe la creencia en el Dios vivo, que
actúa e interviene en la vida humana y en lo cual se puede confiar para
mantener Sus promesas.
La
esperanza es la expectativa incuestionable de la realidad futura de las
bendiciones de Dios, basado en la manifestación de las actividades de las
acciones fieles de Dios, como se revela en la Biblia.
La
palabra “esperanza” en la Biblia expresa confianza y seguridad en relación con
el futuro porque se basa en las promesas, el carácter y la fidelidad de Dios.
La esperanza es mirar hacia adelante a algo con un sentido de expectativa y
confianza. Un cristiano siempre sabe que tiene esperanza porque tiene a Dios en
su corazón y la esperanza siempre debe estar en sus pensamientos.
La
fe y la esperanza son inseparables. Cuando se tiene fe, se tiene esperanza, y
viceversa. De hecho, están unidos con el amor que cubre todo. (1 Corintios 13.13).
La
esperanza es un don de Dios para nosotros, que es: “Cristo en vosotros, la
esperanza de la Gloria.” (Colosenses 1.27).
En
otras palabras, la esperanza bíblica no es un escape de la realidad o de los
problemas y no nos deja inactivo.
La
esperanza nos da alegría y paz.
La
esperanza depende de saber y descansar en la gracia de Dios. “Y el mismo
Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio
consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros
corazones y os confirme en toda buena palabra y obra.”
(2
Tesalonicenses 2.16-17).
Dios
les bendiga abundantemente.
Muchas gracias, qué buena explicación.
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