TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“¿Acaso
ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se
enseñorea del hombre entre tanto que éste vive?
Porque la mujer
casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido
muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida
del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido
muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no
será adúltera.” Romanos 7. 1 – 3.
Esta
palabra suena inapropiada para nuestros tiempos; donde no es escaso ver una
mujer o un hombre que haya tenido dos o más matrimonios. Las causas
de divorcio son muy variadas; pero son inaceptables desde el punto de vista
Bíblico, exceptuando el adulterio; pues Dios insiste en que no debe haber
separación, pero también deja la puerta abierta para aquellas parejas cuyos
problemas son insuperables como el caso de la infidelidad.
Los
fundamentos puestos por el hombre, en caso de un nuevo matrimonio son
relativamente pocos; pero aun así, están fuera del ámbito de la Palabra, es
decir están en contraposición con el deseo de Dios.
Alguien
podrá argumentar que su religión se lo permite, o que está aprobado por su
gobierno, o que sencillamente tiene el derecho a ser feliz nuevamente; ¿pero se
habrá puesto a pensar en los mandatos divinos?
Si
su religión o su gobierno le abrieron las puertas a un nuevo matrimonio, no
quiere decir que este sea legal ante Dios; pues las instituciones no están por
encima de Dios y mucho menos deben acomodar la Palabra para tener contentos a
aquellos que quieran divorciarse. Los hombres que pervierten la
Palabra, también tendrán que dar cuenta de ello en el juicio final.
Entonces
el que se separa tiene solo dos caminos, reconciliarse con su pareja o quedarse
sin casar. (1 Corintios 7.10-11)
Quedarse
sin casar no es llevar una relación íntima con otra persona fuera del
matrimonio; esta situación se llama pecado de adulterio (porque alguno de los
dos miembros es casado). No hay una tercera opción desde el punto de
vista bíblico y tampoco puede entenderse mal la palabra "divorcio",
pues lo que significa es dividir una sociedad conyugal; pero no incluye el
sentido de "casarse de nuevo" o “juntarse de nuevo” con otra persona.
El
matrimonio, para Dios, solo se disuelve cuando alguno de los dos miembros muere
físicamente, entonces el sobreviviente queda libre de la ley del
matrimonio. No son los problemas quienes le liberan de su anterior
matrimonio, no es la iglesia o el estado quien le libera del anterior matrimonio,
solo la muerte lo puede hacer. Ni Dios podría liberarlo de la ley
del anterior matrimonio, pues Él no puede violar su Palabra.
Dios
les bendiga abundantemente.
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