LECTURA
DIARIA:
Romanos
capítulo 10
Los
judíos que creen en Dios y no en Cristo no van a ser salvos. Si fuera así,
Pablo no se hubiera sacrificado tanto por enseñarles acerca de Cristo.
Ya que
Jesús es la más completa revelación de Dios, sin Jesús nadie puede entender
bien a Dios; ya que Dios escogió a Jesús como puente entre Dios y el hombre, no
podemos dirigirnos a Dios por otro medio. Los judíos, como cualquier otra
persona, pueden hallar la salvación solo a través de Jesucristo.
En
lugar de vivir mediante la fe en Dios, los judíos establecieron costumbres y
tradiciones (añadiduras a la Ley de Dios) en su afán de ser aceptos ante El.
Pero los esfuerzos humanos, por sinceros que sean, nunca podrán sustituir la
justicia que Dios nos ofrece por la fe. La única forma de ganar la salvación es
ser perfectos y esto es imposible.
Cristo
es "el fin de la ley" en dos sentidos. Cumplió el propósito y la meta
de la Ley (Mateo 5.17) ejemplificando a la perfección los deseos de Dios en la
tierra. Pero también Él es el fin de la Ley porque al compararla con Cristo, la
Ley es impotente para salvarnos.
Para
salvarse mediante la Ley, una persona debe tener una vida perfecta, sin
siquiera pecar una vez. De acuerdo a lo que dice Pablo, una de las razones por
la que se dio la Ley a los hombres era mostrarles cuán culpables son (Gálatas
3.19). La Ley era una sombra de Cristo; o sea, el sistema sacrificial educó a
la gente a fin de que al ofrecerse el verdadero sacrificio, la gente pudiera
entenderlo (Hebreos 10.1-4).
La
Ley señalaba a Cristo, y para eso se sacrificaban todos esos animales. Pablo
adapta el desafío de despedida de Moisés de Deuteronomio 30.11-14 para
aplicarlo a Cristo. El Señor hizo posible nuestra salvación haciéndose hombre
(viniendo a la tierra) y resucitando (levantándose de entre los muertos). La
salvación de Dios está frente a nosotros. El vendrá a dondequiera que estemos.
Lo único que hay que hacer es aceptar su regalo de salvación. Abismo aquí se
refiere al sepulcro o Hades, lugar de los muertos.
La
salvación está en el corazón y en la boca. Si creemos en nuestro corazón y
proclamamos con nuestra boca que Jesús es el Señor resucitado, seremos salvos.
Pablo
no dice a que los cristianos estarán exentos de vergüenzas y desilusiones.
Habrá veces en que la gente nos defraudará y las circunstancias empeorarán.
Pablo
dice que Dios cumple su parte del trato: todo aquel que lo invoca será salvo.
Dios siempre ha de justificar a los que creen.
Muchos
judíos que esperaban al Mesías no quisieron creer en El cuando vino. Dios le
ofreció su salvación a los gentiles ("un pueblo que no es pueblo" y
"pueblo insensato"). Muchos gentiles, que ni siquiera sabían del
Mesías, lo hallaron y creyeron en El.
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