LECTURA
DIARIA:
Romanos
capítulo 9
Pablo
expresa su preocupación por sus "hermanos" judíos al decir que
estaría dispuesto a recibir el castigo que a ellos corresponde si esto los
salvara.
Los
judíos del Antiguo Testamento veían la elección de Israel por Dios como una
adopción. No merecían ni tenían derechos como hijos naturales. Aun así, Dios
los adoptó y les otorgó la condición de hijos suyos.
Las
promesas del maravilloso pacto de Dios fueron para Abraham. Los del pacto, los
verdaderos hijos de Abraham, no son solo sus descendientes biológicos, sino
también los que confían en Dios y en lo que Cristo hizo por ellos.
Los
judíos sentían orgullo de que su linaje viniera de Isaac -cuya madre fue Sara,
la esposa legítima de Abraham y no de Ismael, cuya madre fue Agar, la sirvienta
de Sara. Pablo afirma que ninguno puede decir que Dios lo escogió por los
méritos de sus antepasados ni por sus buenas obras. La doctrina de la elección
enseña que es la soberana opción de Dios salvarnos por su bondad y misericordia,
y no por nuestro mérito.
La declaración
"Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí" se refiere a las naciones de
Israel y Edom, más que a los hermanos como individuos. Dios eligió a Jacob para
continuar el linaje de los fieles, porque conocía el corazón de Jacob. Pero no
excluyó a Esaú en cuanto a conocerlo y amarlo.
Pablo
cita Éxodo 9.16, donde Dios dijo de antemano cómo usaría a Faraón para declarar
el poder del Señor. Usa este argumento para demostrar que salvar era tarea de
Dios y no del hombre. Dios castigó el pecado de Faraón endureciéndole el
corazón, para confirmar su desobediencia, a fin de que las consecuencias de su
rebelión fueran su propio castigo.
En la
ilustración del barro y el alfarero, Pablo no dice que algunos somos más
valiosos que otros, sino simplemente que el Creador controla todo lo creado. El
objeto creado, sin embargo, no tiene el derecho de demandar cosa alguna de su
Creador; su existencia depende de Él.
Setecientos
años antes del nacimiento de Jesús, Oseas habló de la intención de Dios de
restaurar a su pueblo. Pablo aplicó el mensaje de Oseas al propósito de Dios de
que los gentiles fueran parte de su familia, después que los judíos rechazaron
su plan. El versículo 25 es una alusión a Oseas 2.23 y el versículo 26 a Oseas
1.10.
Isaías
profetizó que solo un número reducido, un remanente, del pueblo original de
Dios, los judíos, serían salvos. Pablo vio ocurrir esto en cada ciudad en la
que predicaba. A pesar de que iba primero a los judíos, muy pocos aceptaban el
mensaje. Los versículos 27 y 28 se basan en Isaías 10.22-23.
Pablo
explica que el plan de Dios no es para los que tratan de ganar su favor siendo
buenos; es para los que creen que nunca serán suficientemente buenos y por lo
tanto tienen que depender de Dios. Solo si ponemos nuestra fe en lo que Cristo
ha hecho, seremos salvos.
Los
judíos optaron equivocadamente por una rígida y dolorosa obediencia a la Ley.
Algunos se dedicaron más a la Ley que a Dios. Pensaban que si cumplían con la
Ley, Dios tendrían que aceptarlos como su pueblo.
Los
judíos no vieron que sus Escrituras, el Antiguo Testamento, enseñaban que la
salvación es por la fe y no mediante esfuerzos humanos.
La
"piedra de tropiezo" era Jesús. Los judíos no creían en El por qué no
llenaba sus expectativas en cuanto al Mesías.
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