LECTURA
DIARIA:
Romanos capítulo 1
El
apóstol Pablo humildemente se autodenomina siervo (esclavo) de Jesucristo. Para
un ciudadano romano (y Pablo lo era), optar por ser esclavo era inimaginable,
pero Pablo escogió ser completamente dependiente y obediente a su Señor amado.
Pablo creía que Jesús era el Hijo de Dios, el Mesías prometido, y el Señor resucitado. Pablo llamó a Jesús descendiente del rey David para enfatizar que en verdad en Él se cumplían las profecías del Antiguo Testamento en el sentido de que el Mesías vendría del linaje de David. Con esta declaración de fe Pablo manifiesta estar de acuerdo con las enseñanzas de las Escrituras y de los apóstoles.
Pablo creía que Jesús era el Hijo de Dios, el Mesías prometido, y el Señor resucitado. Pablo llamó a Jesús descendiente del rey David para enfatizar que en verdad en Él se cumplían las profecías del Antiguo Testamento en el sentido de que el Mesías vendría del linaje de David. Con esta declaración de fe Pablo manifiesta estar de acuerdo con las enseñanzas de las Escrituras y de los apóstoles.
Pablo
resume las buenas nuevas de Jesucristo: vino como humano, era de linaje real judío,
de la línea de David, murió y resucitó, y abrió la puerta para que la gracia y
benignidad de Dios fueran nuestras.
Pablo
dice que a quienes aceptan a Cristo, El los invita a: ser parte de la familia
de Dios, y ser gente santa ("llamados a ser santos", apartados,
dedicados para su servicio).
Pablo
mostró amor hacia la iglesia en Roma expresando el amor de Dios por ellos y su
propia gratitud y apoyo en oración. Roma era la capital del Imperio Romano. Era
un centro cultural pero a su vez la moral era decadente. Los romanos rendían
culto a muchos dioses paganos. Incluso adoraron a algunos de los emperadores.
Pablo
usa la frase "gracias a mi Dios mediante Jesucristo" para enfatizar
que Cristo es el único mediador entre Dios y el hombre.
Pablo
oraba por su visita a Roma a fin de enseñar a los cristianos allí, a fin de
animarlos en cuanto a sus dones y fe, y que ellos a su vez lo animaran a él.
Como misionero de Dios, les ayudó a comprender el significado de las buenas
nuevas de Jesús.
Cuando
Pablo dice "a griegos y a no griegos", se refiere a todos los de la
cultura griega y a los que no son de esta cultura. "A sabios y a no
sabios" se refiere a las personas educadas y a las analfabetas. Después de
su experiencia con Cristo en el camino a Damasco (Hechos 9), consumió toda su
vida en predicar las buenas nuevas de salvación. Su deuda era con Cristo por
ser su Salvador y debía pagarla a todo el mundo.
Pablo
no se avergonzaba porque su mensaje era el mensaje de Cristo, las buenas
nuevas. Era un mensaje de salvación, poderoso para cambiar vidas y para todos.
Dios
no los escogió al pueblo de Israel, porque lo merecieran, sino porque quiso
mostrar su amor y misericordia a través de ellos, enseñarles y prepararles para
la venida del Mesías al mundo, para que el mundo conociera su plan de
salvación. De entre todos los habitantes de la tierra, los judíos debían haber
sido los primeros en recibir al Mesías y comprender su mensaje y misión, pero
solo sucedió con algunos.
Cuando
Pablo escribió Romanos, muchos gentiles se reunían en la iglesia.
El
evangelio muestra cómo Dios es justo en su plan para salvarnos y cómo puede
hacernos aptos para la vida eterna. Al confiar en Cristo, entramos en buena
relación con Dios. Del principio al fin, Dios nos declara justos por fe y solo
por fe.
Dios
no puede tolerar el pecado porque su naturaleza es moralmente perfecta. Dios
quiere quitar el pecado y restaurar al pecador, y puede hacerlo en la medida
que el pecador no distorsione ni rechace la verdad con obstinación. Pero su ira
se revela contra los que persisten en pecar.
Todas
las personas, sin importar el lugar en que se hallen, merecen la condenación de
Dios por sus pecados.
Pablo
responde a una objeción común: ¿Cómo un Dios amoroso puede enviar a alguien al
infierno, sobre todo a quien nunca oyó acerca de Cristo? Pablo dice que Dios se
nos ha revelado ampliamente en su creación. Y la gente sigue aun rechazando
este conocimiento básico de Dios.
La
naturaleza nos muestra un Dios poderoso, inteligente, minucioso, un Dios de
orden y hermosura; un Dios que controla todas las cosas. Esta es su revelación
general. A través de su revelación especial (la Biblia y la venida de Jesús),
aprendemos acerca del amor, el perdón y la vida eterna que Dios ofrece. En su
gracia se nos ha revelado de estas dos maneras, para que podamos creer en El.
Pablo
con toda claridad describe la inevitable espiral descendente del pecado.
Primero, las personas rechazan a Dios; después, se hacen sus ideas de qué debe
ser y hacer un dios; luego caen en pecado: pecado sexual, codicia, odio,
envidia, homicidio, disensión, engaño, malicia, chisme. Por último, crece su
odio hacia Dios y animan a otros a que sientan lo mismo. Dios no da inicio a
esta progresión hacia el mal. Pero cuando las personas lo rechazan, les concede
vivir como hayan escogido.
Cuando
adoramos a la criatura en lugar del Creador, perdemos de vista nuestra
identidad como seres hechos a la imagen de Dios.
La
gente tiende a creer en mentiras que respaldan sus propias creencias
egocéntricas. El plan divino en cuanto a las relaciones sexuales normales es el
ideal de Dios para su creación. Es lamentable, pero el pecado distorsiona el
uso natural de los dones de Dios. A menudo, el pecado no solo implica negar a
Dios, sino también negar la forma en que nos hizo.
La
homosexualidad (cambio o abandono de las relaciones sexuales naturales) se
había propagado en los días de Pablo como en los nuestros. Muchas prácticas
paganas lo alentaban.
La
homosexualidad está estrictamente prohibida en las Escrituras (Levíticos 18.22).
En el mundo de hoy, muchos consideran aceptable esta práctica.
Pero
la sociedad no es la que establece el patrón para las leyes de Dios. Muchos
homosexuales creen que sus deseos son normales y que tienen el derecho de
expresarlos. Pero Dios no nos obliga ni anima a satisfacer todos nuestros
deseos (aun los que son normales). Los deseos que violan sus leyes son
indebidos y deben controlarse.
Algunas
personas, incluso, se arriesgan a una muerte temprana por saciar sus deseos
ahora. Para este tipo de personas, parte de su distracción es ir contra la
voluntad de Dios, las normas morales de la comunidad, el sentido común y su
concepto de lo que es bueno o malo. Pero en lo profundo de su ser saben que la
paga del pecado es la muerte (Romanos 6.23).
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