lunes, 13 de mayo de 2019

Leyendo... Romanos capítulo 4



LECTURA DIARIA:
Romanos capítulo 4

Los judíos se sentían orgullosos de llamarse hijos de Abraham. Pablo mencionó a Abraham como un buen ejemplo de alguien salvo por fe.

Para recalcar la fe, Pablo no dice que las leyes de Dios sean menos importantes, pero es imposible ser salvos simplemente por obedecerlas.
Si una persona pudiera ganarse el favor de Dios siendo buena, la concesión de este regalo no sería voluntaria, sino obligatoria. La autoconfianza en este sentido es vana, todo lo que podemos hacer es cobijarnos con la misericordia y la gracia de Dios.
Jesucristo es el que nos salva, no nuestros sentimientos ni nuestras obras. Por débil que sea nuestra fe, Él es suficiente para salvarnos. Jesús nos ofrece la salvación gratuitamente porque nos ama, no porque la hayamos ganado mediante una fe poderosa. Fe es creer y confiar en Jesucristo y aceptar el don maravilloso de la salvación.
El rey David cometió pecados terribles: adulterio, homicidio, mentiras, y aun así experimentó el gozo del perdón. Nosotros también podemos experimentarlo cuando: dejamos de negar nuestra culpabilidad y reconocemos que hemos pecado,  reconocemos nuestra culpa ante Dios y pedimos su perdón, y  desechamos la culpa y creemos que Dios nos ha perdonado. Aunque nuestra fe sea débil, nuestra conciencia sea sensible y los recuerdos nos atormenten, la Palabra de Dios declara que pecado confesado es pecado perdonado (1Juan 1.9).
La circuncisión era una señal externa de que los judíos eran el pueblo escogido de Dios. La circuncisión de todos los niños judíos marcaba su separación de las naciones que adoraban a todo tipo de dioses. Era una ceremonia muy importante. Dios bendijo y le ordenó esta ceremonia a Abraham.  
Los ritos no le aportaron recompensa alguna a Abraham, Dios le bendijo antes de implementarse la ceremonia de la circuncisión. Abraham halló el favor de Dios por la fe solamente, antes de ser circuncidado.
El centro de nuestra fe debe ser Cristo y su obra salvadora, no las obras nuestras.
Pablo explica que Abraham agradó a Dios solo por la fe, cuando ni siquiera había oído de los rituales que serían tan importantes para el pueblo judío. Nuestra salvación es solo por fe. No es por amar a Dios ni hacer buenas obras. No es por fe más amor, ni tampoco por fe más las buenas obras. Somos salvos solo mediante la fe en Cristo, confiados en que Él nos perdona todos nuestros pecados.
Abraham nunca dudó de que Dios cumpliría su promesa. Su vida estuvo marcada con errores, pecados y fallas así como con sabiduría y bondad, pero siempre confió en Dios. Su vida es un ejemplo de fe en acción. Si hubiera puesto los ojos en sus recursos para sojuzgar Canaán y fundar una nación, hubiera caído en la desesperación. Pero puso sus ojos en Dios, le obedeció y esperó a que El cumpliera su palabra.
Cuando creemos, ocurre un cambio. Damos a Cristo nuestros pecados y Él nos da justicia y perdón. No hay nada que podamos hacer para ganarlo. Solo a través de Cristo recibimos la justicia de Dios.

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