TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Pues
la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el
mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le
invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo.
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les
predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está
escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!” Romanos 10. 11 –
15.
Los
que anuncian el mensaje de salvación, son hermosos aún desde sus pies, delante
de la presencia de Dios; pues ellos son obedientes y no hay mayor sacrificio
que este, el de obedecer a su Palabra. Todos somos llamados a la
gran comisión.
Si
la persona escuchó con su mente y su corazón, tiene la forma de elegir dos
caminos: Creer en Jesucristo o desechar su llamado. La mayoría
desechan su llamado porque no creen que haya un Dios por encima del bien y del
mal o ya tienen su propio Dios como, su fuerza, sus riquezas, sus
estudios, su clase social, su círculo político, su familia, su trabajo, su
equipo de futbol, sus ídolos, etc.
Si
desechamos a Dios, Él también nos desechará a nosotros, excluyéndonos del gozo
eterno en el reino de los cielos.
La
Biblia dice: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres
en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” Romanos 10. 9.
Si
la persona llegó hasta este punto es porque creyó en su corazón que Cristo fue
crucificado, que murió por nuestros pecados, que fue sepultado y que resucitó
al tercer día mediante el poder de Dios. Y el hecho de que invocare
el nombre de Jesús, significa que está confesando con su boca que Jesús es el
Señor.
Todo
aquel que invocare el nombre del Señor será salvo.
Luego
de esta confesión la persona, debe entonces guardarse en santidad hasta el
último día de su vida; pues solo los que perseveran hasta el fin serán salvos.
Jesús
es el Señor de todo y de todos y que también es inmensamente rico, por lo cual
podrá dar bendición y salvación a todo aquel que le invocare, fuere rico o
pobre, fuere siervo o libre, fuere judío o griego, refiriéndose al pueblo
escogido de Dios o a todos los que recibimos la herencia de la salvación por la
incredulidad de su pueblo Israel.
Nadie
será avergonzado de cuantos invocaren el nombre del Señor. Dice la
Biblia que el que no se avergonzare de Él y de su Palabra, Él tampoco se
avergonzará de ellos en el día del juicio, en el día de la ira de Dios.
Dios
les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario