UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¿ES MI SUEÑO O EL SUEÑO DE DIOS?
DIOS creó al ser humano con la virtud de soñar. Un sueño
es la imagen clara de algo que se desea.
Todos los seres humanos soñamos con
llegar a ser algo o alguien, con llegar a tener algo o alcanzar ciertas cosas.
Soñar no es malo, al contrario, tener sueños es bueno y necesario porque estos
se convierten en estímulos, retos, y paradigmas que no solo nos impulsan a
proyectaros hacia el futuro sino que dan sentido para vivir el presente.
Hay soñadores que desde que son niños tuvieron un sueño y
no han renunciado a este a pesar de los años, las circunstancias, y las
oposiciones. Los grandes soñadores son los que han llegado muy alto, han
obtenidos grandes cosas y han llegado a tener un nombre de renombre.
Sobre la virtud de soñar, necesitamos entender dos cosas.
No todos los sueños pueden ser alcanzados aunque se deseen con vehemencia.
Por ejemplo, Abraham nunca llego a la ciudad celestial
que DIOS le prometió sin embargo vivió como un vencedor.
Sin embargo, mientras vivió sobre la tierra, Abraham se
esforzó, trabajo, y se desenvolvió en función a este sueño, el llegar a la
ciudad celestial, y aunque no llego de la manera que él pensaba, eso no
significa que Abraham fracaso.
La vida es mejor cuando tenemos sueños, ilusiones,
proyecciones, visiones, retos y desafíos por los cuales luchar y esforzarnos.
Lo bueno es que aunque no se logren, la vida siempre tiene sentido y
satisfacción de que se lucha por algo, se vive para ser, obtener, y alcanzar
algo.
El sueño de David era edificar el templo de DIOS que
puede ser comparado con el sueño de Moisés quien anhelaba entrar a la tierra
prometida. David fue escogido por DIOS como su Ungido y reconocido como Amigo
de DIOS.
David habla tanto de la casa de DIOS en el libro de los
salmos que uno puede concluir de manera a priori, que la casa de Jehová es una
de las cosas más exquisitas para David. Sin embargo, DIOS no le permitió el
privilegio de edificar Su casa porque había derramado mucha sangre.
El hecho de que DIOS escogiera a su hijo Salomón para
construir el templo y desechara a David, no significa que David fracaso, no
simplemente que el sueño de Dios fue designado a Salomón.
La misma historia experimento muchos años antes el gran
siervo de DIOS, Moisés. El sueño de Dios era que llevase a Israel a la tierra
prometida. El sueño de Dios se convirtió en el sueño de Moisés. Fue tanto el
esfuerzo, empeño, dedicación y entrega de Moisés para cumplir este sueño, que
durante 40 años se entregó decididamente a llevar al pueblo hebreo a la tierra
prometida. Lo tremendo de todo es que cuando estaba a punto de cruzar la
frontera y que Moisés logra ver con sus ojos la tierra prometida, la meta de su
sueño, y a escasos minutos de coronar su carrera; Dios lo descalifica y decide
que Josué sea el encargado de cumplir el sueño de Moisés.
Sin embargo, Moisés no fracaso, porque Moisés vivió solo
para cumplir el sueño de DIOS y no el suyo.
Cuando DIOS pone un sueño en nuestro corazón, Él nos va
conduciendo y alentando para realizarlo, pero en el camino, muchas veces, le
agregamos nuestro propio sueño y creemos que se va a cumplir de esa manera.
Los planes de DIOS son los que se realizan, y aunque no
sean a nuestra manera, si se cumplen en nuestra vida nunca van a ser un
fracaso.
¿Vivimos para cumplir nuestro sueño o el sueño de DIOS?
Dios les bendiga abundantemente.
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