sábado, 29 de septiembre de 2018

Leyendo... Ezequiel capítulo 42



LECTURA DIARIA:
Ezequiel capítulo 42

Aquí prosigue la descripción del recinto sagrado.

El profeta es llevado por su guía hacia el atrio exterior y entra en un edificio hacia el norte, frente al edificio anejo al santuario. Este edificio constaba de dos series de cámaras en tres pisos, con un corredor en el medio. La longitud de este edificio era diferente en el sector que daba al santuario (100 codos) y en el que daba al atrio exterior (50 codos). Había una entrada del lado oriental hacia este anejo, probablemente por el corredor entre las dos series de cámaras. La disposición del anejo del mediodía era totalmente igual a la descrita en el lado septentrional. Tenemos, pues, que a los dos lados del santuario había dos edificios anejos para los sacerdotes, como se describe a continuación.
Destino de las cámaras del edificio añejo. El destino de estas cámaras laterales era principalmente el facilitar a los sacerdotes que comieran en ellas las partes que les pertenecían de los sacrificios santísimos y de las ofrendas por el pecado y por el delito. Las partes consumibles de estos sacrificios eran sagradas y, por tanto, debían comerse en lugar apropiado, no fuera del recinto del templo. Las oblaciones propiamente tales consistían en ofrendas de productos vegetales, sólidos o líquidos, sin derramamiento de sangre. Los sacrificios por el pecado son sacrificios expiatorios por pecados de comisión que no herían los derechos del prójimo. En ellos, parte de la víctima se quemaba sobre el altar, y la otra se reservaba a los sacerdotes. Los sacrificios por el delito eran también expiatorios por daños ocasionados al prójimo con omisiones o comisiones. Una segunda finalidad de las susodichas cámaras del edificio anejo era para depositar las vestiduras, pues no era lícito salir con los vestidos de ceremonia al lugar profano.
Finalmente, el profeta da las dimensiones de todo el conjunto de edificaciones del recinto sagrado. Según estas medidas, el conjunto formaba un colosal cuadrado de 500 codos de lado. El muro exterior separaba lo profano de lo sagrado. Los fieles que se acercaran a la casa de Yahvé debían pensar en el significado de estos muros y construcciones, símbolo de la separación de Yahvé — que habita en inaccesible santidad — y lo profano o común.

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