martes, 11 de septiembre de 2018

Leyendo... Ezequiel capítulo 24



LECTURA DIARIA:
Ezequiel capítulo 24

Ezequiel alcanza el climax de su denuncia al justificar el juicio que pronto caerá sobre Jerusalén. La poética alegoría de la olla que hierve, simboliza el sitio de la ciudad.
Las observaciones en prosa especifican las dimensiones de su infortunio. La fecha que se ofrece es la del 15 de enero de 588 a.C., el día que Nabucodonosor comenzó el sitio de Jerusalén
La olla es Jerusalén, la carne sus habitantes y el fuego que la cuece el sitio impuesto por Nabucodonosor.
Las «buenas piezas» son aquí herrumbre, lo cual indica que la corrosión del pecado se ha apoderado de la ciudad de sangres
La actividad de los versículos 3-5 se atribuye ahora a Dios, quien será quien corte la leña y encienda el fuego para consumir la carne.
La olla vacía es colocada al fuego (el exilio) para purificarla de la corrosión, y así se funda en ella su suciedad, y se consuma su herrumbre
La ciudad de Jerusalén era como una olla donde el pecado estaba tan incrustado que no podría limpiarse. Dios quería limpiar las vidas de los habitantes de Jerusalén.
El pueblo de Judá pensó que era la carne escogida porque no lo llevaron al cautiverio en 597 cuando los babilonios invadieron por última vez el territorio. Ezequiel utilizó esta ilustración antes para mostrar que aunque el pueblo pensaba que estaba sano y salvo dentro de la olla, esta sería realmente el lugar de su destrucción. Este mensaje se dio a los cautivos en Babilonia el mismo día que los babilonios atacaron Jerusalén, comenzando con un sitio que duró casi dos años y trajo como resultado la destrucción de la ciudad.
Dios le dijo a Ezequiel que su esposa moriría y que no debía guardarle luto. Ezequiel obedeció a Dios totalmente.
Los versículos 16 y 17 nos dan una de las más completas descripciones de los ritos funerarios en todas las Escrituras. Las razones del mandato divino aparecen en versículos 22, 23: Mientras se destruye el templo de Jerusalén la gente no debe guardar luto.
A Ezequiel no se le permitió guardar luto por la muerte de su esposa para poder mostrar a sus compatriotas cautivos que no debían guardar luto por Jerusalén cuando la destruyeran. Cualquier dolor personal que se sintiera pronto lo eclipsaría la tristeza nacional debido al horror de la destrucción total de la ciudad. Los individuos se consumirían por los pecados que provocaron la destrucción de la misma.
Otra vez la experiencia personal de Ezequiel debe servir de guía al pueblo en época de infortunio.
Por algún tiempo, a Ezequiel no se le permitió hablar excepto cuando Dios le daba un mensaje para que lo proclamara al pueblo. Esta restricción pronto terminaría, cuando destruyeran a Jerusalén y todas las profecías de Ezequiel acerca de Judá y Jerusalén se cumplieran.

No hay comentarios:

Publicar un comentario