LECTURA
DIARIA:
Ezequiel
capítulo 24
Ezequiel
alcanza el climax de su denuncia al justificar el juicio que pronto caerá sobre
Jerusalén. La poética alegoría de la olla que hierve, simboliza el sitio de la
ciudad.
Las observaciones en prosa especifican las dimensiones de su
infortunio. La fecha que se ofrece es la del 15 de enero de 588 a.C., el día
que Nabucodonosor comenzó el sitio de JerusalénLa olla es Jerusalén, la carne sus habitantes y el fuego que la cuece el sitio impuesto por Nabucodonosor.
Las
«buenas piezas» son aquí herrumbre, lo cual indica que la corrosión del pecado
se ha apoderado de la ciudad de sangres
La
actividad de los versículos 3-5 se atribuye ahora a Dios, quien será quien
corte la leña y encienda el fuego para consumir la carne.
La
olla vacía es colocada al fuego (el exilio) para purificarla de la corrosión, y
así se funda en ella su suciedad, y se consuma su herrumbre
La
ciudad de Jerusalén era como una olla donde el pecado estaba tan incrustado que
no podría limpiarse. Dios quería limpiar las vidas de los habitantes de
Jerusalén.
El
pueblo de Judá pensó que era la carne escogida porque no lo llevaron al
cautiverio en 597 cuando los babilonios invadieron por última vez el
territorio. Ezequiel utilizó esta ilustración antes para mostrar que aunque el
pueblo pensaba que estaba sano y salvo dentro de la olla, esta sería realmente
el lugar de su destrucción. Este mensaje se dio a los cautivos en Babilonia el
mismo día que los babilonios atacaron Jerusalén, comenzando con un sitio que
duró casi dos años y trajo como resultado la destrucción de la ciudad.
Dios
le dijo a Ezequiel que su esposa moriría y que no debía guardarle luto.
Ezequiel obedeció a Dios totalmente.
Los
versículos 16 y 17 nos dan una de las más completas descripciones de los ritos
funerarios en todas las Escrituras. Las razones del mandato divino aparecen en
versículos 22, 23: Mientras se destruye el templo de Jerusalén la gente no debe
guardar luto.
A
Ezequiel no se le permitió guardar luto por la muerte de su esposa para poder
mostrar a sus compatriotas cautivos que no debían guardar luto por Jerusalén
cuando la destruyeran. Cualquier dolor personal que se sintiera pronto lo
eclipsaría la tristeza nacional debido al horror de la destrucción total de la
ciudad. Los individuos se consumirían por los pecados que provocaron la
destrucción de la misma.
Otra
vez la experiencia personal de Ezequiel debe servir de guía al pueblo en época
de infortunio.
Por
algún tiempo, a Ezequiel no se le permitió hablar excepto cuando Dios le daba
un mensaje para que lo proclamara al pueblo. Esta restricción pronto
terminaría, cuando destruyeran a Jerusalén y todas las profecías de Ezequiel
acerca de Judá y Jerusalén se cumplieran.
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