domingo, 9 de septiembre de 2018

Leyendo... Ezequiel capítulo 22



LECTURA DIARIA:
Ezequiel capítulo 22

El capítulo 22 explica por qué vendría el castigo, cómo llegaría y quiénes serían juzgados.

Dos tipos de pecado se destacan aquí, la injusticia social (la cual se manifiesta por la sangre derramada en su interior) y la idolatría (la fabricación de ídolos).
El extranjero, el huérfano y la viuda ocupan un lugar relevante en la agenda social de Dios.
El día de reposo había sido dado como una señal a Israel, y su observancia era considerada tan importante como la obediencia a cualquiera de los mandamientos de la Ley
Los líderes eran especialmente responsables por el aspecto moral de la nación ya que habían sido elegidos por Dios para guiar al pueblo.
El pueblo es descrito como el residuo desprovisto de valor que queda tras el proceso de fundición; nada queda para ser refinado.
Los metales preciosos se refinan con calor intenso para remover las impurezas. Cuando se calientan, las escorias (impurezas) suben a la parte superior del metal fundido y son retiradas. El propósito de la invasión de Jerusalén era refinar al pueblo, pero el proceso de refinamiento mostró que el pueblo, como escoria sin valor, no tenía nada bueno en sí mismo.
Se suponía que los sacerdotes debían mantener pura la adoración a Dios y debían enseñar al pueblo la vida recta. Sin embargo, Dios se había vuelto algo común para ellos, ignoraban el día de reposo y se negaban a enseñar al pueblo. Ya no cumplían más con los deberes que Dios les había dado.
Dios estaba buscando hombres dispuesto a interceder por el pecado del pueblo, que se pusiera en la brecha para reparar las grietas, se refiere a las ruinas físicas y espirituales. En esta referencia, el pararse sobre la brecha es una metáfora que alude a una acción intercesora. Hay una brecha entre Dios y el hombre que un intercesor intenta reparar.
La intercesión en la guerra espiritual, La guerra de la fe. Fue un día muy triste en la historia de Israel cuando Dios mandó a Ezequiel a profetizar contra los pecados de Jerusalén, declarando así que no tenía otra alternativa sino juzgar la tierra. Este capítulo describe una condición tan vergonzosa, que el mismo Dios finalmente grita: «¡Basta ya!» Entonces el Señor hace un sorprendente pronunciamiento: esto pudo haberse evitado si sólo uno hubiera venido ante su presencia a interceder a favor de la tierra. Sucintamente declaró: «¡Busqué a ese hombre!»
Ninguna frase en la Escritura describe con mayor certeza la obra de un intercesor que la frase: «delante de mí, a favor de». El intercesor siempre viene «ante Dios, a favor» de otros.
También es significativo que el intercesor tiene una doble responsabilidad. No sólo hace «vallado», lo cual sugiere que no solamente restaura la brecha causada por el enemigo, sino que se «pone» en la brecha, es decir, detiene su avance.

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