UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
AUTORIDAD
ESPIRITUAL UNA NECESIDAD EN LA IGLESIA
Una
iglesia o un cristiano que aprende a someterse sin cuestionar es aquella que no
solo reconoce lo que DIOS dice en su Palabra sino que la obedece, respeta, y
sigue las pisadas de Él.
DIOS
en su Palabra exige obediencia de la iglesia hacia DIOS, la Biblia, el Espíritu
Santo y las Autoridades establecidas por Él. Es obligación, por orden de DIOS,
que todos nos sometamos, y obedezcamos sin cuestionamiento. Ésta es la actitud
que describe la madurez y la salud de una iglesia o de un cristiano. Esta es la
actitud que hace falta con urgencia en la iglesia.
La
Biblia dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay
autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido puestas. De
modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste y los
que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (Romanos 13.1)
La
autoridad de DIOS representa a DIOS mismo, mientras que el poder representa sus
hechos. El pecado contra el poder (sus hechos) es perdonado con más facilidad
que el pecado contra la autoridad (lo que representa a DIOS), porque este
último es un pecado contra DIOS mismo. Ejemplos de este pecado y sus
consecuencias en el Antiguo Testamento: Adán y Eva (Génesis 2.16-17, 3.1-6), la
rebelión de Cam (Génesis 9.20-27), la desobediencia de Nadab y Abiu (Levíticos
12.1-2), la murmuración de Aarón y María en contra de DIOS y Moisés (Números
12) y la rebelión colectiva de Coré, Datan y Abiram (Números 16). Todos estos
se dejaron llevar por la razón y no por la fe.
La
autoridad es algo de importancia sin igual en el universo y en la Iglesia; no
hay nada que la sobrepase. Por consiguiente, es imperativo que quienes deseen
agradar y servir a DIOS no solo conozcan su autoridad sino que la obedezcan.
El
desobedecer, resistir y oponerse a la autoridad de DIOS es un principio de
satanás. Fue satanás el primero que quiso sobrepasar la autoridad de DIOS al
tratar no solo de competir sino convertirse en su adversario (Isaías 14.12-15;
Ezequiel 28.13-17).
Evaluando
la historia, la mayoría de los problemas, debates, controversias y divisiones
que ha experimentado la Iglesia durante los casi 2000 años no ha sido por falta
de conocimiento, de edificio, de dinero, de dirigentes, de espacio, de tiempo,
de recursos, de dones, de muchas cosas, sino por la falta de sometimiento a la
autoridad espiritual, por la actitud de rebeldía, soberbia, y desobediencia.
Lo
tremendo es que por esta manifestación de la carne, o principio heredado por satanás,
mucha gente ha sufrido, el evangelio se ha manchado, la obra se ha estancado,
DIOS ha detenido las bendiciones, el diablo ha ganado terreno, y el mundo se ha
vuelto más incrédulo.
El
desempeño, las habilidades, las destrezas, la capacidad para liderar no es más
importante que la vida de integridad y la actitud de sometimiento.
Vemos
con dolor que en la iglesia de nuestros días hay falta de respeto, gran
indiferencia, y sobre todo falta de sometimiento a DIOS, a la Biblia y a las
autoridades.
Tal crisis solo puede ser comparada con el
comportamiento del pueblo de Israel que por su permanente rebeldía, DIOS los
castigó. La proliferación del evangelio, la multiplicación de denominaciones y
el surgimiento de iglesias independientes nacidas no por un proceso de
plantación ordenado sino por desacuerdos no es más que el producto de la falta
de sometimiento o el predominio de la carne.
A
Adán y Eva les dijo DIOS que no comieran del fruto del árbol de la ciencia del
bien y del mal, pero ellos fueron castigados por no obedecer. A Josué DIOS le
dijo que sacara a todos los extranjeros de la tierra prometida, pero por no
obedecer, hasta el día de hoy Israel los tiene como enemigos instigadores.
Moisés dijo a los judíos que no tomaran nada del anatema de la ciudad de
Jericó, pero Acán desobedeció y murió. Así podemos citar una gran cantidad de
ejemplos de desobediencia.
La
iglesia saludable y exitosa es la que aprende a someterse a DIOS, a la Biblia y
a las autoridades establecidas por DIOS.
Dios
les bendiga abundantemente.
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