LECTURA DIARIA:
Ezequiel capítulo 33
Este
capítulo establece una nueva dirección para las profecías de Ezequiel.
Hasta
aquí, Ezequiel ha pronunciado juicio por los pecados sobre Judá y las naciones
malvadas que la rodean. Ahora que Jerusalén cayó, cambia de los mensajes de
fatalidad y juicio a mensajes de consuelo, esperanza y restauración futura para
el pueblo de Dios. Con anterioridad, Dios designó a Ezequiel para
que fuera un atalaya que advirtiera a la nación del juicio venidero. Aquí
Dios lo designa para ser nuevamente un atalaya, pero esta vez para predicar un
mensaje de esperanza. Todavía hay secciones de advertencia, pero estas son
parte de un cuadro de esperanza mayor. Dios no incumpliría su promesa de
restaurar sus bendiciones a quienes le fueran fieles.
Los
versículos 2-9 son similares a 3:17-21, pero aquí se traza de una manera más
clara el paralelo entre Ezequiel y el atalaya, aunque el peligro que corren los
justos no se menciona
Los
cautivos estaban desalentados por sus pecados pasados. Este es un punto crucial
en este libro. En otras partes del libro de Ezequiel, el pueblo se negó a
enfrentar sus pecados. Aquí, se sentían profundamente culpables por vivir
tantos años en rebelión en contra de Dios. Por lo tanto, Él les aseguró
que los perdonaría si se arrepentían. Dios quiere que todo el mundo se
vuelva a Él.
Las
buenas acciones pasadas no salvan a una persona que decide volver a una vida de
pecado. Algunas quizás piensen que han hecho suficientes obras buenas que
eclipsan las malas acciones a las que no quieren renunciar. Pero es inútil
tratar de ser bueno en algunos aspectos y deliberadamente malo en otras.
Dios quiere obediencia y amor completos.
Si
bien las buenas obras no nos salvan, la salvación debe llevarnos a actuar con
rectitud. Esto incluye una restitución por los pecados del pasado. Dios
espera que restituyamos, cuando fuera necesario, por las cosas malas que hemos
hecho.
A
principios de su ministerio, Ezequiel no podía hablar excepto para dar mensajes
específicos provenientes de Dios. Ahora que sus profecías se cumplieron y
se revelaron los falsos profetas, Ezequiel vuelve a hablar sin restricciones.
Debido a que ya no necesita demostrar nada, tiene la libertad de ofrecer el
mensaje de Dios de restauración y esperanza.
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