LECTURA
DIARIA:
Ezequiel
capítulo 28
Antes,
Ezequiel profetizó en contra de Tiro. Ahora enfocaba su profecía a su líder.
El
pecado principal del rey de Tiro era la soberbia, ya que se creía un Dios. Pero
Ezequiel hizo una aplicación más amplia, hablando acerca del príncipe
espiritual de Tiro, Satanás, a quien el pueblo seguía en realidad.
Debido
a su sabiduría y riqueza, el rey se consideraba un ser divino.
El
ejército enemigo («extranjeros») que atacó a Tiro era el ejército babilónico
comandado por Nabucodonosor. Este ataque ocurrió en 573/572 a.C.
La
endecha comienza en el versículo 11
parece una burla dirigida al rey de Tiro.
La
caída del rey de Tiro puede reflejar la caída de Adán, el primer rey, así como
la caída de cualquier individuo presuntuoso. Lo mismo sucede con la caída de
satanás, porque la caída de cualquier persona presuntuosa refleja la de aquél
que personifica como nadie el orgullo.
Los
versículos 14, 15 parecen constituir la más fuerte evidencia de que este
texto se refiere a la caída de satanás. Querubín grande, protector indica una
alta posición, con responsabilidad y autoridad para proteger y defender
(protector) el santo monte de Dios, una alusión al trono divino. La elevada
posición, y el lugar específico que le correspondía a Lucifer antes de su
caída, le ofrecía una oportunidad única para glorificar a Dios. Su caída fue
ocasionada por el intento de apropiarse de esta gloria.
Ezequiel
describe a este rey en términos que no pueden aplicarse a un simple ser humano.
Sidón
era otro puerto marítimo famoso, localizado a 40 km al norte de Tiro. Dios
culpó a esta ciudad por despreciar a su pueblo. La economía de Sidón estaba muy
ligada a la de Tiro, por lo que cuando Tiro cayó ante Nabucodonosor, Sidón
estaba destinada a seguirlo.
Se
da un oráculo contra Sidón. Después de la acción de Nabucodonosor contra Tiro,
creció la importancia de Sidón. Lo que sucedió a Tiro también le ocurrió a
Sidón.
Este
capítulo termina con una nota sobre la restauración de Israel y cierra la
primera sección de los oráculos concernientes a las naciones foráneas.
Esta
promesa de que el pueblo de Dios viviría completamente seguro aún no se ha
cumplido. Si bien a muchos se les permitió regresar del cautiverio bajo el
gobierno de Zorobabel, Esdras y Nehemías, y a pesar de que la nación política
está restaurada en la actualidad, los habitantes aún hoy no viven del todo
seguros. Por lo tanto, esta promesa tendrá su cumplimiento final cuando Cristo
establezca su reino eterno. Entonces todos los que han sido fieles a Dios morarán
juntos en armonía y completa paz.
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