UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
EL
QUE NADA DEBE NADA TEME
“El
que nada debe, nada teme; el que mal anda, mal acaba”. Proverbios 10. 9.
Este
proverbio es una verdad universal que muchos usan como frase y muy pocos
entienden y practican.
La
integridad y la autenticidad son dos
grandes valores que muy poco se practican en este tiempo y necesitamos
rescatarlos. Quien es íntegro y autentico en toda su forma de ser
nada debe temer.
Cuando
una persona es así, puede movilizarse en todas partes, estar en medio de toda
persona, y su integridad y autenticidad será en gran medida su escudo de
protección, su documento de identificación, y su manera de actuar.
La
idea del valor de ser íntegro y auténtico nos gusta a todos, pero es necesario
reconocer lo difícil que es serlo.
El
apóstol Pablo en el capítulo 20 del libro de los Hechos, les dice a los
hermanos en Mileto que se ha comportado con toda integridad y
autenticidad. Dice el v. 18 “Vosotros sabéis como me he comportado entre
vosotros todo el tiempo” El v. 19 “sirviendo al Señor con toda humildad, con
muchas lágrimas y pruebas que me han venido por las asechanzas de los
judíos” v.20 “y como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y
enseñaros públicamente y por las casas” v. 21 “testificando a los judíos
y a los gentiles acerca del arrepentimiento para Dios y de la fe en
Jesucristo”. Finalmente, el v. 24 expresa que lo más importante para él
cumplir la tarea que Jesús le dio. Al final, v. 26 les dice
“yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos”.
¿No
es esto una demostración de integridad y autenticidad? ¿No es esto tener
autoridad moral por la solvencia espiritual y moral? ¿No es esto tener
carácter y seguridad basado en lo que se es y se vive? Es que el
que nada debe nada teme.
Al
único que Pablo teme es a DIOS quien lo escogió y lo envió para llevar el
evangelio a los gentiles, y por tanto, al único que le debe es a DIOS.
En
Romanos dice, “deudores somos”, Pablo se une y dice, “deudor” soy del evangelio,
pero sobre todo de DIOS, porque la deuda que tiene es lo que aún le falta
predicar el evangelio en otras partes donde aún no ha visitado.
Quien
está seguro de su integridad tiene valor de estar frente a cualquier
audiencia y hablar con autoridad moral sobre la vida espiritual.
Esto,
el ser íntegro, es necesario pues tiene que ver con todo el ser, con toda la
manera de vivir: pensar, sentir y actuar.
Como Pablo, y como Jesús, rescatemos el valor
de la integridad, porque esto es cosa de valientes, y rescatemos la autenticidad,
que antes era lo más normal en toda persona.
¿Dónde
comenzaremos? Si nada debemos no podemos temer por nada. Aquí
está la importancia de la integridad.
Dios
les bendiga abundantemente.
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