sábado, 27 de enero de 2018

Un momento... PARA PELEAR SE NECESITAN DOS


UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
PARA PELEAR SE NECESITAN DOS

“Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él.” (Proverbios 26. 4)

Según la definición del diccionario, un necio es aquel que insiste en los propios errores o se aferra a ideas o posturas equivocadas, demostrando con ello poca inteligencia.
A través de la vida hemos visto incontable cantidad de ocasiones en las que, ante la provocación insensata de un necio, el ofendido ha reaccionado con indignación de manera visceral y defensiva, tratando de argumentar en contra del ofensor o de “ponerle en su lugar con la verdad”; sin darse cuenta que tal reacción simplemente no funciona.
Entonces, frente a la postura cerrada del ofensor, el ofendido se ve arrastrado en una espiral de conflicto que no debe ser parte de la vida de un hijo de DIOS y termina “peor que como comenzó”.
El necio es necio, no oye de razones. Entonces ¿por qué habríamos de razonarle?
Es como tratar de hablarle en francés a alguien que no conoce tal idioma. Por eso Salomón comienza el pensamiento con la palabra “nunca”. Es que “nunca” debemos enfrascarnos en una discusión con un necio porque tal discusión “nunca” funciona.
Si él quiere pelear, que se pelee solo. Si él quiere confrontación, que reciba de nosotros paz. Si quiere ofendernos, que reciba de nosotros la inmutabilidad de quien sabe que su interlocutor es, ni más, ni menos, ¡un necio!
Según Salomón, al discutir con un necio “nos vuelves como él”, una transformación que nadie quiere tener
Recordemos que “para pelear se necesitan dos”.
Si tratamos con un necio, callemos a tiempo. No caigamos en la tentación de ponernos los guantes de boxeo y “defender nuestro honor” como si de eso dependiera la vida.
Tomemos tiempo y entonces, tratemos el problema sin discutir.
¿Hemos sufrido alguna vez las consecuencias de pelearnos con un necio porque nos quisimos defender de una necedad dicha por él en cuanto a nosotros? ¿Aprendimos la lección?
Si no la aprendimos, la resumimos: Nunca respondamos al necio de acuerdo con su necedad, para que no seamos nosotros también como él.
Es que, para pelear, se necesitan dos.
No seamos nosotros los voluntarios.
Dios les bendiga abundantemente.

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