LECTURA DIARIA:
Salmo 115
El salmista dirige la súplica a Dios porque los que adoran a Jehová son objeto de burlas. Aparentemente los piadosos aquí estaban sufriendo burlas de los que adoraban a otros dioses.
El Salmo empieza con la actitud que siempre debe caracterizar la adoración: toda la gloria pertenece a Dios, se pone énfasis en la misericordia y la verdad o fidelidad de Dios. Cuando uno sufre burlas de los incrédulos, no hay mejor cosa que enfatizar la misericordia y la verdad y fidelidad de Dios. Aparentemente los opresores pidieron alguna indicación visible de Dios, pues ellos tenían sus ídolos e imágenes.
El salmista dice que ellos adoran la obra de manos de hombres. La verdad es que todo tipo de idolatría, aun del dinero, del éxito o de la tecnología moderna conllevan el mismo error. Al ser humano le gusta adorar a algo o a alguien que él mismo puede manipular. Aunque los enemigos se burlaban de los adoradores del Dios invisible, ahora el salmista se burla de los que oran a estos ídolos que no ven ni oyen ni hacen nada.
Es muy posible que este Salmo se cantó antifonalmente, un levita que dirigía el culto cantaba la primera línea, y un coro o toda la congregación cantaba: Él es su ayuda y su escudo.
El salmista termina con alabanza a Dios quien hizo los cielos y la tierra. El salmista sencillamente quiere enfatizar que durante la vida alabemos a Dios.
A pesar de una situación que pudiera desanimar a los fieles, el Salmo empieza y termina con gozo, fe y alabanza al Dios de los cielos.
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