viernes, 12 de enero de 2018

Leyendo... salmo 113



LECTURA DIARIA:
Salmo 113

El verbo imperativo alabad se usa tres veces en el primer versículo. Hace falta un llamado, una decisión definida de alabar a Dios. Puede ser un llamado especial a los que sirven en el templo, pero todo el pueblo de Dios es “siervo”. Todo creyente es un siervo de Dios. 


En el AT el nombre conlleva la esencia de la persona, su naturaleza y todo lo que es. Cuando vivimos y oramos en el nombre del Señor estamos confesando nuestra confianza en todo lo que él es.
Los versículos 2 y 3 extienden la alabanza a Dios sin límites en cuanto al tiempo y en cuanto al espacio. Nuestro anhelo debe ser que Dios sea alabado en todo tiempo y en todo lugar.
Se destaca la grandeza de Dios sobre todas las naciones de toda la tierra; y no sólo eso, sino sobre los cielos. Dios es glorioso aún más allá de todas las galaxias que vemos con los mejores telescopios.
El Dios alto levanta a los humildes. Se humilla para mirar (es una figura), pues Dios está presente en todo lugar. El salmista enseña con contraste; Dios es tan alto que debe humillarse aun para mirar en el cielo y en la tierra. Si sólo para mirar acá Dios tiene que humillarse, cuánto más tuvo que humillarse Jesús para redimir al ser humano.
Si Dios se humilla para ayudar al ser humano, no le interesa ganar el aplauso de los grandes de la tierra; más bien quiere alcanzar a los más necesitados y levantarlos. Es una buena descripción del ministerio de Jesús y lo que debe ser el ministerio de la iglesia.

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