LECTURA DIARIA:
Salmo 130
El salmista está consciente de su propio pecado y de que merece el juicio de Dios, pero también cree en la misericordia de Dios. Esta combinación produce el arrepentimiento y la seguridad del perdón.
El salmista está en un abismo espiritual de angustia o estrés exterior e interior, está deprimido. Ruega a Dios que lo escuche porque está desesperado. Su única esperanza es que Dios lo escuche.
Reconoce que todo ser humano es pecador; Pablo dijo: “Soy el peor.” El primer paso en el saneamiento es reconocer que somos pecadores. Pero en ti hay perdón. ¡Qué bendición es la seguridad del perdón! En Dios hay perdón; en Cristo hay perdón. El salmista no apela a su inocencia ni a sus buenas obras, sino a la misericordia de Dios; el que depende de obras nunca tendrá la seguridad del perdón.
El salmista busca al Señor mismo, no sólo alivio del pecado y el castigo.
Ahora que el salmista disfruta el perdón, la confianza, la fe, puede testificar a otros. Quiere que otros experimenten lo que él experimentó. Su mensaje, y el nuestro, es un mensaje de fe, de creer lo que Dios dice y confiar en él.
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