sábado, 12 de agosto de 2017

LEYENDO... Job capítulo 3


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LECTURA DIARIA:
Job capítulo 3

Job maldice el día en que fue concebido y en que nació. Una maldición por lo general va dirigida al futuro, pero tal es la desesperación de Job que expresa su maldición hacia el pasado. Es, sin dudas una maldición completamente inútil, porque el pasado no puede ser cambiado. Desea que el día de su nacimiento y concepción pudiera ser borrado de manera que ni hubiera aparecido en el calendario del año. 
Job pasa en este discurso de la desesperación a las preguntas. Ya que la maldición sobre el día de su nacimiento obviamente nunca había sido echada, pasa a preguntar por qué, ya que tuvo que nacer, no pudo haber muerto al nacer o, por lo menos nacer muerto. La muerte ahora se ha convertido en algo más dulce que la vida, y compara la paz silenciosa y el descanso del mundo subterráneo (Seol) con su presente destino lleno de aflicciones y ansiedad. 
Job sigue con una pregunta más amplia. Ahora no sólo pregunta por qué, ya que nació, él mismo tiene que seguir viviendo, sino también por qué las personas en general no pueden sencillamente morir cuando están listas. 
En los últimos versículos (24-26) nuevamente habla directamente de sí mismo. Todo el poema termina con la nota que ha resonado a lo largo del mismo, diferencia del descanso del mundo subterráneo, que es lo que anhela, la vida de Job no tiene tranquilidad, quietud ni sosiego, sino sólo desesperación. 
Anteriormente, el cerco protector de Dios alrededor de su vida le había asegurado su bienestar; pero ahora que quiere morir, piensa en la preservación de su vida por parte de Dios únicamente como una prolongación de su miseria; el cerco se ha convertido en una prisión en lugar de un muro de defensa.
El temor anterior de Job sobre desastres futuros explica su gran cuidado de asegurar que no se adjudique ningún pecado a su familia.

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