miércoles, 2 de agosto de 2017

LEYENDO.... Ester capítulo 4


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LECTURA DIARIA:
Ester capítulo 4

Al enterarse Mardoqueo del decreto de Amán, rasgó sus vestiduras y se paseo por la ciudad clamando con gran dolor por el dasastre que iba a acontecer.
Rasgarse las ropas y vestirse de cilicio (una tela oscura usualmente fabricada con pelos de cabra) y de ceniza era una señal de duelo o de desastre colectivo.
Pronto el mismo clamor se extendió a lo largo de las otras provincias del reino.
Ester, dentro del palacio, se enteró por los servidores de lo que iba a suceder, entonces llamó a uno de los eunucos Hatac, y lo mandó para que hablew con Mardoqueo para enterarse mejor del tema.
Mardoqueo le dijo todo lo que le había sucedido, y le dio noticia de la plata que Amán había dicho que pesaría para los tesoros del rey a cambio de la destrucción de los judíos.
También le dio la copia del decreto que había sido dado en Susa, para que Ester se lo mostrase al rey para interceder delante de él por su pueblo.
Ester arriesgó su vida al ir ante el rey. Ester se dio cuenta de que su vida pendía de un hilo pero igual decidió arriesgarse por su pueblo.
A pesar de que Ester era la reina y compartía algo de la riqueza y del poder del rey, su posición no significaba que no necesitara la protección y la sabiduría de Dios. 
Si bien el libro de Ester no menciona directamente a Dios, sus páginas están llenas de su presencia. Ester y Mardoqueo creían en la protección de Dios y, debido a que actuaron en el momento adecuado, Dios los usó para salvar a su pueblo.
La respuesta de Ester fue su compromiso definitivo con Mardoqueo y su pueblo, los judíos, bajo amenaza de muerte. Ella dijo: «Haz tu parte en ayudarme, y yo haré cuanto tú has dicho que haga, no importa que muera». 
Al llamar al ayuno, Ester estaba pidiendo que los judíos oraran para pedir la ayuda a Dios en su peligrosa misión. 
Dios tenía el control, aun así Mardoqueo y Ester tuvieron que decidirse a actuar.

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