sábado, 5 de agosto de 2017

LEYENDO... Ester capítulo 7


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LECTURA DIARIA:
Ester capítulo 7

Al tercer día del banquete real el rey hace la pregunta nuevamente de cual sería su petición a la reina Ester. Ester se dirige a su esposo usando sus títulos reales, y frases corteses, “Que me sea concedida mi vida y la de mi pueblo”: estas peticiones eran sorprendentes en sus implicaciones, y garantizaban la atención total del rey. Usando el pasivo para evitar nombrar a Amán en ese momento, Ester hizo referencia a la inmensa cantidad por la que esencialmente se había vendido a los judíos. Haber sido vendidos en esclavitud podría haberse tolerado, pero fueron vendidos para ser destruidos, muertos y exterminados. 
Ninguna cantidad de dinero podía compensar la pérdida que el rey sufriría si el pueblo judío fuera exterminado. Ester apela a los mejores intereses del rey, y sugiere que la gente es mucho más importante que las posesiones. 
El rey descubrió que Amán era el responsable del complot para matar a su reina y al pueblo de ella. La sabiduría de Ester en invitar a Amán a los banquetes ahora se hace evidente: Estaba allí para enfrentar directamente el destino que merecía como el enemigo, no sólo del pueblo judío sino también del rey. 
Ester no podía estar segura de cómo reaccionaría el rey a las noticias de que ella era judía. El rey en su ira se tomó un momento para reflexionar mientras decidía cómo manejar esta situación tan explosiva. Amán en su apuro sólo pensó en rogar a la reina que tuviera misericordia de él. Olvidándose del protocolo acostumbrado se acercó demasiado a la reina, enfureciendo aún más al rey. Los eunucos al servicio del rey se acercaron y cubrieron el rostro de Amán, lo que prácticamente significaba arrestarlo. 
Uno de los eunucos informó al rey de la horca de Amán, la cual había sido construida para Mardoqueo, quien había hablado bien acerca del rey. El rey no necesitó que le dijeran más. Amán, sin saberlo, había hecho los preparativos para su propia ejecución, que se llevó a cabo de inmediato. La ira del rey fue apaciguada porque se había hecho justicia. 
Mientras que el decreto de Amán había causado consternación, el cambio completo de sus destinos, terminando en su muerte en la horca que había preparado para su enemigo, calmó tanto al rey como al pueblo.

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