jueves, 10 de agosto de 2017

LEYENDO... Job Capítulo 1


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LECTURA DIARIA:
Job Capítulo 1

Job no era israelita, era de un “pueblo del oriente”, al oriente del Jordán (Uz es Edom, al sudeste de Israel). Era, sin embargo, un adorador del Dios verdadero, aunque lo llama Elohim (Dios), no Jehová, el nombre personal de Dios. Job era un hombre íntegro; esto significa que era sin reproche, no que fuera impecablemente perfecto. Una consecuencia de su integridad era que tenía una familia ideal: los números siete y tres, que suman diez, simbólicamente sugieren lo completo. 
Cada uno de los hijos varones de Job vivía en su propia casa; teniendo un padre tan rico como Job, podían vivir como príncipes. Cuando se reunían para celebrar sus cumpleaños, Job se aseguraba de que nada incorrecto sucediera entre los participantes. Como cabeza de la familia, Job actuaba como sacerdote, ofreciendo sacrificios en caso de que sus hijos accidentalmente hubieran dicho o hecho algo irreligioso. La escena era de armonía y tranquilidad.
En contraste con esas inocentes celebraciones familiares, en el cielo se desarrollaba una reunión mucho más trascendental, la de los hijos de Dios. Son los ángeles y entre ellos se encuentra “satanás” (el nombre significa “adversario”). El, satanás es ciertamente el adversario de Job, pero en esta escena no es un enemigo de Dios; porque todo lo que hace es aprobado por Dios, y no puede actuar sin su autorización. Su tarea normal era actuar como los ojos y oídos de Dios sobre la tierra. 
Job es alguien de quien Dios puede jactarse; pocos son los que en el AT son llamados por el título de dignidad mi siervo. Satanás no duda de lo bueno que es Job; lo que pone en tela de juicio es si Job es justo por amor a la justicia o por amor a la recompensa que se obtiene por ser justo.
La primera prueba, en esta escena central, cuatro mensajeros se acercan a Job, anunciándole cuatro desastres. Los desastres, dos naturales, dos causados por seres humanos, atacan desde todas partes: los sabeos vienen del sur (Seba); los caldeos del norte; el relámpago (fuego de Dios) viene de las tormentas que entran del Mediterráneo al oeste; y el fuerte viento viene del desierto al este. Vemos a Job tan abrumado por las calamidades que no tiene tiempo de recobrarse de una antes de que llegue el próximo mensajero. 
La reacción de Job no es echar la culpa de los eventos naturales ni de los enemigos humanos (el Señor quitó), ni olvidar las bendiciones de Dios (el Señor dio), ni cerrar los ojos a la realidad (quitó), sino alabar al Señor tanto por lo bueno como por lo malo. La confianza de Jehová en Job prueba ser justificada.

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