viernes, 11 de agosto de 2017

LEYENDO... Job capítulo 2


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LECTURA DIARIA:
Job capítulo 2

El informe de Dios sobre Job es que todavía se aferra a su integridad, o sea que su vida sigue siendo tan justa como siempre. Satanás ahora acepta que Job puede sufrir cualquier dificultad externa piadosamente siempre y cuando no sea él afligido en lo físico; dice que sería una cuestión muy distinta si fuera perjudicado personalmente. 
Satanás se retira de la presencia de Dios y no hay un intervalo de tiempo entre la autorización que Dios da del sufrimiento y la aflicción de satanás sobre Job. Job había ido a sentarse sobre las cenizas fuera de la ciudad para cumplir con los ritos de duelo. Para expresar su sentido de desolación y aislamiento, se aparta de la sociedad y se identifica con la basura. Mientras se encuentra allí sentado es afligido por llagas malignas, y usa pedazos de vasijas de barro rotas que saca de la basura para rascarse y aliviar su comezón. Estas llagas son alguna enfermedad de la piel grave como la lepra. Job tiene a la vez muchos otros síntomas, otras referencias a su sufrimiento son probablemente metafóricas, como cuando se queja de que se le están pudriendo los huesos o que se está quemando. La esposa de Job ha de haberse sentido víctima de la injusticia de su marido, porque el resultado de toda la piedad de él ha sido exclusivamente para quitarle a sus diez hijos, su posición social y sus medios de vida. Y se espera que ella mantenga su lealtad a él a pesar de su culpabilidad por asociación que ahora le adjudican. Sea por su odio a Dios por lo que le ha hecho a Job, o por su anhelo de que el sufrimiento de su esposo acabe pronto, apura a Job a que maldiga a Dios causando así su propia muerte. Job no la reprocha por sugerir que blasfeme, sino por hablar como una mujer insensata. La respuesta de Job a su esposa es que Dios tiene la libertad de enviar el bien y el mal ya que da y también quita. 
No es ésta una resignación fatalista a la voluntad de un Dios imposible de conocer, sino la confianza de que Dios sabe lo que está haciendo. Al decir que Job no pecó con sus labios, el relato no quiere significar que pecara en lo que pensaba; quiere decir que ha retrucado el reclamo del satanás de que pecaría con sus labios maldiciendo a Dios si era atacado físicamente. 
Job, siendo un señor de gran importancia, tenía amigos en varios países. Sus intenciones hacia Job parecen ser buenas; pero es extraño que cuando ven lo mucho que sufre no le ofrecen ningún consuelo. No le dirigen para nada la palabra, sino que empiezan a tratarlo como si ya estuviera muerto. Creen que están expresando sus condolencias, pero su duelo por siete días y siete noches inevitablemente produjo separación. Como lo demuestran las palabras más adelante, no pueden creer que Job no merece, en cierto grado, el sufrimiento que ahora está pasando. Aceptan sin críticas la teología ortodoxa que atribuye todo el sufrimiento a la pecaminosidad humana.

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