UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¿QUÉ
NOS PASA?
¿Qué
nos pasa? El algún momento de nuestras vidas nos preguntamos por qué
no somos capaces de lograr o de esforzaros al menos por alcanzar aquello que
sabemos y estamos convencidos de que es bueno.
Muchos fumadores están
convencidos de los resultados positivos que traerá el no fumar a sus vidas y
sin embargo persisten en el hábito (o vicio). Por qué no empezamos a correr o
caminar si eso es bueno para nuestra salud.
Nos
pasa a casi todos que comenzamos una actividad con mucho empeño y a las dos o
tres semanas abandonamos la actividad. Las famosas dietas que todos los lunes
iniciamos, se frustran cuando llegamos por la noche a nuestras casas muertos de
hambre, y atacamos la heladera con lo primero que encontramos.
Porque
no somos capaces de ir por las cosas que nos proponemos
Porque
no logramos disciplinarnos.
Porque
no podemos reconocer nuestros errores y cambiarlos, a pesar de que sabemos los
beneficios que traerá a nuestra vidas ese cambio.
Lo
más importante es que una persona debe estar convencida de que lo que hace
traerá resultados positivos para su vida. Una persona que quiere aprender a
conducir un auto sabe que manejar es peligro, pero considera lo positivo de
saber manejar y entonces aprende. Si tenemos miedo a las abejas no
podremos saborear la dulce miel.
No
podemos cambiar todo de golpe
A
veces nos pasa que de repente queremos transformar todo y de manera rápida.
Queremos tener una varita mágica, pedir un deseo y tenerlo. Y así no funciona
la vida real.
“Todo
tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.
(Eclesiastés
3.1).
Es
como si quisiera correr durante una hora seguida después de 3 años sin correr
nada. ES IMPOSIBLE. Uno debe empezar de a poco, priorizar ciertas aéreas sobre
otras y dejar aquellas de menor relevancia para después. No podemos sobre
exigirnos.
Si
nos caemos debemos levantarnos.
Generalmente
comenzamos, va todo muy bien y de repente viene el resbalón. Y luego nos
estacamos, lo que debemos hacer es levantarnos y empezar de nuevo. Un tropezón
no debe ser caída.
Debemos
formar hábitos buenos.
Levantarnos
temprano a la mañana para aprovechar bien el día. El mejor momento para estar
con el Señor, leyendo Su Palabra y meditando en ella es al comenzar el día.
Salir a la calle habiendo orado primero y poniendo todo en manos de DIOS es el
mejor comienzo de nuestras actividades.
“Más buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia y todo lo demás será añadido”. (Mateo 3.33).
Los
primeros días tendremos que poner el despertador, y aun así nos va a costar
levantarnos, pero si perseveramos nos acostumbraremos a levantarnos en dicho
horario.
Es
cuestión de que nos esforcemos un tiempo y luego sale solo.
Y
así con cada área de nuestra vida que tengamos que disciplinar.
La
historia se encuentra llena de grandes iniciadores que murieron sin terminar
aquello que habían comenzado, Miguel Ángel murió con el cincel en la mano,
seguramente ese día creyó que realizaría otra gran obra maestra, pero lo
sorprendió la muerte.
Aprovechemos
cada momento de nuestra vida para llevar a cabo los sueños, visiones, metas, ya
que no fue el plan de DIOS que el cementerio fuera el lugar de descanso para el
potencial de cada uno de nosotros
Jesús
completo su tarea aquí en la tierra, sus palabras en la cruz muestran
claramente que él había cumplido su asignación.
Juan 19.30 relata lo siguiente “Cuando Jesús hubo tomado vinagre dijo:
…consumado es, y habiendo inclinado la cabeza entrego su espíritu”
Jesús
libero y uso al máximo su potencial, a fin de cumplir el propósito por el cual
DIOS lo había enviado al mundo, en otras palabras, Cristo fue a la tumba vacío,
habiendo entregado todo de sí mismo y terminando con éxito su misión.
Cada
uno de nosotros ha nacido con un propósito y todas las habilidades para
cumplirlo están dentro nuestro esperando ser liberadas.
Lo
más importante no es cuantas cosas hayamos comenzado, sino cuantas hemos
terminado.
En
una carrera no siempre alcanza la victoria el que corre a gran velocidad, sino
aquel que persevera hasta el final, porque terminar es más importante que
empezar.
Dios
les bendiga abundantemente.
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