LECTURA
DIARIA:
Isaías
capítulo 53
En
este capítulo esta la más conocida profecía de la crucifixión en la Biblia, y
tanto Mateo como Pedro la citan. Ocho siglos antes de Cristo, Isaías se refirió
de una forma increíblemente certera a los hechos de la crucifixión; pero más
importante aún, habló del propósito de la cruz.
Los
versículos 2 y 3 nos muestran a esta persona, el siervo de Jehová, como
surgiendo en la escena de la historia como retoño, un renuevo. Se lo presenta
como un hombre sin atractivo físico especial y como experimentado en lo que es
el sufrimiento humano. Cuando el profeta dice: escondimos de él el rostro,
indica que su pueblo se avergonzaría de él. Sin embargo, aunque su pueblo lo
menosprecie y no lo estime, él es el siervo de Jehová. Su aparición en la
escena humana concede carácter literal a muchas otras profecías que pudieron
haber pasado como simples figuras poéticas. Ahora hay la posibilidad de verle
cara a cara.
Los
versículos 4-7 constituyen la revelación más revolucionaria de la
teología bíblica. Tratan de su obra expiatoria a favor de su pueblo. Esta obra,
a la manera de lo simbolizado en los sacrificios del templo, involucra su
muerte.
Los
versículos 8-10 constituyen una reflexión profética de lo expresado en el
párrafo anterior. Impresionan en especial las últimas palabras del versículo
9 y las primeras del versículo 10: Aunque nunca hizo violencia, ni hubo
engaño en su boca, con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo y le hirió en clara
referencia a la muerte.
Los
versículos 10 y 11 constituyen la cúspide del asombro porque indican que
el siervo de Jehová volvería a vivir después de haber muerto, y que aun vería
descendencia. El viviría sin fin, haciendo prosperar en su mano la voluntad de
Jehová. El no fracasaría ni una sola vez, como Israel que fracasó muchas veces.
El lograría ver la luz, aquella luz anunciada por Isaías hijo de Amós en 9:2, y
que era la alborada de una nueva era en la historia universal, la antesala
misma de la eternidad. De esta manera él quedaría satisfecho.
Las
palabras del profeta terminan con la misma nota de victoria con que empieza
esta sección en 52:13: He aquí que mi siervo triunfará…
Los
versículos 11 y 12 ya no salen de la boca del profeta, sino que son
palabras pronunciadas directamente por Jehová, como se observa cuando llama al
siervo de Jehová: mi siervo justo. Mientras en el resto del capítulo 53 el
profeta parece referirse al alcance de la obra expiatoria del siervo de Jehová
a favor de su pueblo Israel, en el versículo 11 las palabras justificará
a muchos, y cargará con los pecados de ellos parecen referirse a su alcance
mundial, universal.
Finalmente,
mientras esta profecía empieza con un prólogo donde Jehová habla en primera
persona, y donde dice: He aquí que mi siervo triunfará… también termina con un
epílogo. También en el epílogo Jehová habla en primera persona y dice: Por su
conocimiento mi siervo justo justificará a muchos… De esta manera Jehová
corrobora el anuncio profético desde antes de que empiece y después de haber
concluido.
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