sábado, 23 de junio de 2018

Un momento... LA MEJOR INVERSIÓN



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA MEJOR INVERSIÓN

En un mundo tan materialista, donde todo el mundo habla de inversiones monetarias para tener más dinero, posesiones y poder. La mejor inversión que podemos hacer en nuestra vida, y que no solo nos dará un futuro asegurado en vida sino dejará un legado para otras generaciones, es invertir en nuestra familia lo mejor.

Preparar la familia  para que sea fiel a  DIOS es la más grande meta que un padre y una madre puede tener en esta vida. DIOS determinó desde antes de la fundación del mundo que la familia sería la mejor estructura para ejecutar su plan redentor, pero la familia al estilo de DIOS.  Significa, según Génesis 2.22-24, “Dejar al padre y a la madre y unirse a su cónyuge y serán una sola carne”.   En Proverbios observamos al padre y la madre haciendo equipo para preparar a la familia para amar y ser fiel a DIOS. Salmo 128, el padre es el ejemplo.
La mejor preparación es en el temor de DIOS (Salmo 128:1). Ambos, padre y madre son responsables de inculcar, enseñar y modelar el temor a DIOS frente a sus hijos (Proverbios 1.8, 6.23).
Esto exige una vida centrada en Cristo, un  buen ejemplo, un corazón amoroso.  Significa prestar atención a la familia porque esta no puede esperar más tiempo. Además, esto implica gobernar, supervisar, administrar, vigilar y velar bien la familia basado en los valores espirituales, morales y eternos.  Aunque, cada miembro: papá, mamá e hijos es responsable de cuidarse para DIOS y cuidar a su familia para/con DIOS.
Según Cantares 8.12 significa “colocarse delante de los hijos para guiarlos y ofrecerles un camino mejor”. La idea primordial es la de “vigilar, velar y gobernar la familia de manera sabia para agradar a Dios”. Es una tarea grande, un privilegio único y fundamental que no debe ser descuidada, ni perder tiempo en hacerlo, pues esta es la parte donde estamos fallando.
 Una familia  preparada con  valores eternos experimenta: Felicidad (Salmos 128:1).  
Nunca hemos visto ni he escuchado que una pareja se case para  ser infeliz.  Sin embargo, muchas familias no han llegado a ser felices por no tener a Cristo en sus corazones. Hay satisfacción (Salmos 128.2). Cuando se confía en Dios, él se encarga de proveer para cada necesidad.  Por eso dice el salmo, “Dichoso el hombre que come del fruto de sus manos”.  Es placer vivir en familia.  Hay comunión (Salmos 128.3-4).
Necesitamos preservar  las buenas costumbres: comer juntos y orar tomados de las manos, orar antes de dormir, leer la Biblia juntos. La mesa es un buen lugar para hablar, escuchar, da confianza, tranquilidad y edificación. Es disfrutar  Salmos 133.1, que da armonía, crecimiento y resulta en buenas relaciones familiares.  Una familia temerosa de Dios refuerza el testimonio, perpetúa los valores y capacita para instruir y gobernar a los demás (1 Timoteo 3.4-5). 
Enseñar valores preventivos a la familia es sabiduría puesta en acción.   Ofrecer una buena educación cristiana familiar a tiempo es sembrar con visión, esperanza y sabiduría de cosechar. Guiar y preparar a los hijos en el temor de Dios es la mejor ocupación e inversión que podemos hacer nosotros los padres.
En fin, el anhelo mayor de todo padre debe ser que sus hijos teman  a  DIOS antes que sean profesionales, padres y abuelos.   Es mejor tener un hijo rico en el cielo aunque sea pobre en la tierra que un hijo rico en la tierra pero que al final no llegará al cielo.
Aceptemos el reto  hoy de evaluar, depurar y tomar nuevas decisiones acerca del cuidado que estamos dando a la familia. Nunca es tarde para mejorar, nunca es demasiado temprano para comenzar, todo lo que hagamos por complacer  y obedecer a DIOS, por pequeño que sea, no quedará sin recompensa.  Esta es la mayor y mejor inversión.
Dios les bendiga abundantemente.

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