UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA
MEJOR INVERSIÓN
En
un mundo tan materialista, donde todo el mundo habla de inversiones monetarias
para tener más dinero, posesiones y poder. La mejor inversión que podemos hacer
en nuestra vida, y que no solo nos dará un futuro asegurado en vida sino dejará
un legado para otras generaciones, es invertir en nuestra familia lo mejor.
Preparar
la familia para que sea fiel a DIOS es la más grande meta que un
padre y una madre puede tener en esta vida. DIOS determinó desde antes de la
fundación del mundo que la familia sería la mejor estructura para ejecutar su
plan redentor, pero la familia al estilo de DIOS. Significa, según
Génesis 2.22-24, “Dejar al padre y a la madre y unirse a su cónyuge y serán una
sola carne”. En Proverbios observamos al padre y la madre haciendo
equipo para preparar a la familia para amar y ser fiel a DIOS. Salmo 128, el
padre es el ejemplo.
La
mejor preparación es en el temor de DIOS (Salmo 128:1). Ambos, padre y madre
son responsables de inculcar, enseñar y modelar el temor a DIOS frente a
sus hijos (Proverbios 1.8, 6.23).
Esto
exige una vida centrada en Cristo, un buen ejemplo, un corazón amoroso.
Significa prestar atención a la familia porque esta no puede esperar más tiempo.
Además, esto implica gobernar, supervisar, administrar, vigilar y velar bien la
familia basado en los valores espirituales, morales y eternos. Aunque,
cada miembro: papá, mamá e hijos es responsable de cuidarse para DIOS y cuidar
a su familia para/con DIOS.
Según
Cantares 8.12 significa “colocarse delante de los hijos para guiarlos y
ofrecerles un camino mejor”. La idea primordial es la de “vigilar, velar y
gobernar la familia de manera sabia para agradar a Dios”. Es una tarea grande,
un privilegio único y fundamental que no debe ser descuidada, ni perder tiempo
en hacerlo, pues esta es la parte donde estamos fallando.
Una
familia preparada con valores eternos experimenta: Felicidad (Salmos
128:1).
Nunca
hemos visto ni he escuchado que una pareja se case para ser
infeliz. Sin embargo, muchas familias no han llegado a ser felices por no
tener a Cristo en sus corazones. Hay satisfacción (Salmos 128.2).
Cuando se confía en Dios, él se encarga de proveer para cada necesidad.
Por eso dice el salmo, “Dichoso el hombre que come del fruto de sus
manos”. Es placer vivir en familia. Hay comunión (Salmos
128.3-4).
Necesitamos
preservar las buenas costumbres: comer juntos y orar tomados de las
manos, orar antes de dormir, leer la Biblia juntos. La mesa es un buen lugar
para hablar, escuchar, da confianza, tranquilidad y edificación. Es
disfrutar Salmos 133.1, que da armonía, crecimiento y resulta en buenas
relaciones familiares. Una familia temerosa de Dios refuerza el
testimonio, perpetúa los valores y capacita para instruir y gobernar a los
demás (1 Timoteo 3.4-5).
Enseñar
valores preventivos a la familia es sabiduría puesta en acción.
Ofrecer una buena educación cristiana familiar a tiempo es sembrar con visión,
esperanza y sabiduría de cosechar. Guiar y preparar a los hijos en el temor de
Dios es la mejor ocupación e inversión que podemos hacer nosotros los padres.
En
fin, el anhelo mayor de todo padre debe ser que sus hijos teman a
DIOS antes que sean profesionales, padres y abuelos. Es mejor tener
un hijo rico en el cielo aunque sea pobre en la tierra que un hijo rico en la
tierra pero que al final no llegará al cielo.
Aceptemos
el reto hoy de evaluar, depurar y tomar nuevas decisiones acerca del
cuidado que estamos dando a la familia. Nunca es tarde para mejorar, nunca es
demasiado temprano para comenzar, todo lo que hagamos por complacer y
obedecer a DIOS, por pequeño que sea, no quedará sin recompensa. Esta es
la mayor y mejor inversión.
Dios
les bendiga abundantemente.
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