LECTURA
DIARIA:
Isaías
capítulo 57
En
este capítulo continúa la idea de 56.9-13, haciendo énfasis en la población en
general. Un Israel disciplinado todavía es culpable de todas las formas de
idolatría y sacrificio pagano que caracterizaron a los tiempos pre-exílicos.
Sumido en su adulterio espiritual, no siente temor de Dios, ni inclinación al
arrepentimiento.
En
los versículos 3 y 4 el profeta tiene palabras muy duras para los samaritanos,
aquellos medio hermanos de los judíos, descendientes de los antiguos israelitas
que fueron dejados en su tierra por los asirios y de diferentes grupos étnicos
paganos traídos por los mismos asirios. Los samaritanos eran los enemigos más
hostiles de la pequeña y débil comunidad judía que había vuelto del cautiverio
babilónico, como lo revela repetidas veces el libro de Nehemías. Aludiendo a su
origen étnico mixto y a su religión sincretista el profeta dice: descendientes
de adúltero y prostituta. Es decir, su inclinación idólatra les había venido
por la vía de la herencia.
Sin
embargo, el profeta no concebía a estos samaritanos como un factor étnico
totalmente ajeno a la herencia y a la misión de Israel en la historia, como
habría sucedido en el caso de Esdras y Nehemías. Es posible que al llamarles
hijos rebeldes, pero de todas maneras hijos, aún los considere dentro del mismo
plano que a los judíos.
Los
versículos 5-8 describen algunas de las prácticas idolátricas de los antiguos
samaritanos: el culto asociado a los robles, la adoración de ciertas piedras
modeladas por el efecto constante del agua, el culto de la fertilidad asociado
con los lugares altos, etc.
El
versículo 9 parece aludir a la interferencia de elementos paganos de
origen amonita en la vida de la comunidad judía.
El
versículo 14 constituye la continuación de las palabras de Jehová en el
capítulo anterior. A pesar de habitar en las alturas y en santidad, se abre
camino para reencontrarse con los anhelos y expectativas de su pueblo, porque
él está con el de espíritu contrito y humillado para vivificar el corazón de
los oprimidos.
En
los versículos 16-18 Jehová se propone condescender con su pueblo, a pesar de
sus fracasos y frustraciones, ya que sus objetivos no son para que su pueblo
perezca ante las justas demandas de su Dios, sino que halle una tregua y
experimente la bendición divina a pesar de su iniquidad. Entonces expresa estas
palabras llenas de amor y condescendencia: He visto sus caminos, pero lo
sanaré…. Estas palabras son enfatizadas en el versículo 19: Yo lo sanaré.
El
profeta vislumbra un avivamiento en el pueblo de Dios, más allá del área del
monte santo y de las fronteras del minúsculo territorio de Judá.
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