LECTURA
DIARIA:
Jeremías
capítulo 7
El
sermón del versículo 1, pronunciado a la puerta del templo, constituye una
denuncia de las prácticas corruptas de quienes decían que la ciudad de
Jerusalén era inviolable porque allí se levantaba el templo de Jehová.
Esta
creencia se apoyaba en algo ocurrido más de cien años antes, cuando Isaías
profetizó que el rey asirio Senaquerib no tomaría la ciudad. Pero los tiempos
habían cambiado, y Dios deseaba ahora que la ciudad y el templo fueran
destruidos, a menos que la gente se arrepintiera y enmendara su conducta.
El
pueblo siguió un ritual de adoración, pero mantuvo un estilo de vida
pecaminoso. Era una religión sin compromiso personal con Dios.
La
triple repetición de templo de Jehová es una práctica literaria usada para
destacar una frase o concepto. La mera repetición de la frase representa
confiar en palabras de mentira, ya que la protección y bendiciones de Dios sólo
vienen si se vive de acuerdo con su voluntad.
Para
recibir la bendición de Dios es necesario hacer prevalecer la justicia entre el
hombre y su prójimo.
Proteger
al extranjero, al huérfano y a la viuda es un ingrediente esencial del orden
social divino. En la Escritura se destaca a menudo esta preocupación. La
práctica de la verdadera fe en nuestros días supone asumir una actitud de
compromiso social hacia los necesitados.
Al
inicio de esta sección, Dios envía a Jeremías a las puertas del templo para
enfrentar la falsa creencia de que Dios no permitiría que dañasen el templo y a
los que vivieran cerca de él. Jeremías reprende al pueblo por su falsa e inútil
religión, su idolatría y la conducta desvergonzada del pueblo y sus líderes.
Judá, dice él, está listo para el juicio y el cautiverio. Esto sucedió durante
el reinado de Joacim, un títere de Egipto. La nación, conmocionada por la
muerte de Josías, atravesaba un trastorno espiritual que dañó mucho del bien
que Josías hizo. Los temas son la falsa religión, la idolatría y la hipocresía.
Casi matan a Jeremías a causa de este sermón, pero los oficiales de Judá lo
salvaron.
La
mera práctica formal de asistir a la casa de Dios también fue condenada por
Jesús.
Estos
son algunos paralelos entre cómo el pueblo de Judá veía su templo y cómo muchas
personas en la actualidad ven sus iglesias:
(1)
No hacían al templo parte de su vida diaria. Asistimos a iglesias hermosas muy
bien preparadas para la adoración, pero a menudo no llevamos la presencia de
Dios con nosotros a lo largo de la semana.
(2)
La imagen del templo se volvió más importante que la esencia de la fe. La
imagen de asistir a la iglesia y pertenecer a un grupo se puede volver más
importante que la esencia de una vida cambiada por Dios.
(3)
El pueblo utilizó el templo como un santuario. Muchos emplean la afiliación
religiosa como un escondite, pensando que los protegerá del mal y los
problemas.
Se
le pide a Jeremías que no ore por este pueblo, como corresponde a un profeta.
No existe virtualmente esperanza alguna para este pueblo por sus constantes
rebeliones. Sin embargo Jeremías en su momento oró por ellos.
Toda
la familia participaba en el culto a la reina del cielo, la diosa Istar de
Babilonia. Este tipo de ofrendas también se presentan a otros dioses.
Dios
estableció un sistema de sacrificios para alentar al pueblo a que lo obedeciera
(véase el libro de Levítico). Demandaba que el pueblo hiciera estos
sacrificios, no porque estos por sí mismos lo agradaran, sino porque hacían que
el pueblo reconociera sus pecados y se centrara en vivir para Dios. Fielmente
llevaron a cabo los sacrificios, pero olvidaron por qué los ofrecían y por lo
tanto desobedecieron a Dios. Jeremías recordó al pueblo que llevar a cabo
rituales religiosos carecía de significado a menos que estuvieran preparados
para obedecer a Dios en todos los aspectos de la vida.
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