LECTURA
DIARIA:
Isaías
capítulo 48
Aquí
se presenta una acusación contra Israel por idolatría, obstinación e
hipocresía. Israel había conocido el verdadero culto; pero, desdeñando al
verdadero profeta, confió más en sus ídolos secretos, por lo que tendría que
purificarse en el cautiverio.
El
pueblo de Judá se sentía confiado porque vivía en Jerusalén, la ciudad del
templo de Dios. Dependieron de su herencia, ciudad y templo, pero esta era una
seguridad falsa ya que no dependieron de Dios.
No
había nada en las acciones, actitudes y logros de Israel que obligaran a Dios a
amarlos y salvarlos. Pero por amor a sí mismo, para mostrar quién es Él y lo
que puede hacer, los salvó.
Dios
habla nuevamente a Israel , confirmando su selección de Ciro.
«Aquel
a quien Jehová amó» se refiere a Ciro y esto sin duda estremeció a su
audiencia. ¿Cómo podía amar el Señor a un rey pagano, un enemigo? Pero era Ciro
al que Dios utilizaría para liberar a su pueblo del cautiverio en Babilonia. La
misión de Ciro era liberar a Israel al conquistar Babilonia, luego decretar que
todos los judíos podían regresar a su tierra natal. ¿Quién sino un profeta
podía narrar una historia tan increíble pero verdadera casi doscientos años
antes de que sucediera?
Jehová
el Señor, y su Espíritu me envió: Esta frase se ha debatido mucho. La mayoría
de los especialistas creen que se refiere a Ciro, reafirmando que Dios es quien
lo sostiene. Otros ven en ello una proclamación divina de que la Trinidad obra
a través de Ciro.
Dios
había prometido consuelo y paz a Israel (el tema de los capítulos 40-60), pero
su pueblo insistía en desobedecer. Si hubiesen obedecido, habrían sido
liberados de Babilonia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario