UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA RELACIÓN MÁS IMPORTANTE: BUSQUEMOS EL ROSTRO DE DIOS
Nuestro contacto personal más importante es con el propio
DIOS. El "tiempo cara a cara" que más necesitamos es con Él.
La bendición pronunciada por Aarón sobre Israel, conforme a
las instrucciones de Moisés: "El Eterno te bendiga, y te guarde; el Eterno
haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Eterno
alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz". (Números 6. 24 - 26)
¡Todos deseamos que DIOS nos mire y nos conceda su favor!
Todos anhelamos su protección, su guía y su providencia.
Queremos que el rostro de DIOS se ilumine sobre nosotros como se ilumina el
rostro de un padre amoroso y dedicado cuando mira a sus propios hijos y se
complace en ellos.
La pregunta, si queremos que Él nos mire con buenos ojos, es:
¿Hasta qué punto estamos buscando su cara?
Consideremos las palabras del rey David: "¿Quién subirá
al monte del Eterno? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y
puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con
engaño… Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro,
oh Dios de Jacob". (Salmos 24. 2 - 4, 6)
Literalmente no podemos ver su rostro, como Moisés.
"Hablaba el Eterno a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su
compañero". (Éxodo 33.11)
Pero no podemos ver a DIOS con nuestros ojos físicos. Pero podemos buscar a DIOS caminando con Él
diariamente y acudiendo a Él en oración ferviente. Buscamos su rostro cuando le
hablamos de verdad, fijando en Él toda nuestra atención. A nadie le agrada
hablar con alguien que al mismo tiempo está escribiendo textos en su teléfono o
revisando la información en sus medios sociales.
¿Por qué habría de agradarle a DIOS que le dediquemos una
oración distraída o a medias? ¡Ante DIOS no se pueden hacer multitareas!
Si esto es lo que hacemos, no estaremos obedeciendo el gran
mandamiento: Poner a DIOS de primero y delante de todo. Jesucristo
expresó el "gran mandamiento" de esta manera: "Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente". (Mateo 22. 37, 38)
A veces nos resulta difícil buscar el rostro de DIOS porque
nuestros pecados nos cubren la vista. El profeta Isaías explicó: "He aquí
que no se ha acortado la mano del Eterno para salvar, ni se ha agravado su oído
para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no
oír". (Isaías 59. 1, 2)
Cuando pecamos, es posible que nuestra vergüenza y temor nos
dificulten el acercamiento a DIOS. No queremos mirarlo sabiendo que hemos hecho
algo mal.
A veces dudamos que nos acepte en nuestro estado actual. Y
sin embargo, es precisamente entonces cuando necesitamos arrepentirnos y
buscarlo sin demora. El apóstol Juan dijo: "Si confesamos nuestros
pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad" (1 Juan 1. 9).
Esto nos permite volver de nuevo ante nuestro Padre amoroso y renovar una
relación cara a cara con Él.
Aunque no podemos ver a DIOS, sabemos que está allí.
¡El Universo entero es testimonio de su existencia! (Salmos 19. 1)
Cuando el Señor vuelva sus santos resucitados se convertirán
en seres espirituales ¡y podrán ver a Dios en toda su gloria!
Respecto de este maravilloso futuro, el apóstol Juan
escribió: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado
lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos
semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es. Y todo aquel que tiene esta
esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro". (1 de Juan 3. 2,3)
Comprometámonos a tener contacto estrecho y personal con
nuestro Padre celestial que tanto nos ama.
Dios les bendiga abundantemente.
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